Un debate que fue «el equivalente político de una guerra con comida».
Así es como el analista de Norteamérica de la BBC, Anthony Zurcher, califica lo ocurrido la noche del martes en el primer encuentro frente a frente de Donald Trump y Joe Biden.
«El ganador fue el hombre que terminó menos cubierto de deshechos», señala Zurcher.
El presidente de Estados Unidos y su contrincante demócrata se encontraron en Cleveland, Ohio, en el primero de tres debates presidenciales que habrá antes de la elección del 3 de noviembre.
Biden salió mejor librado «aunque sea solo porque su objetivo principal era demostrar a los estadounidenses que podía resistir la presión, que no ha perdido el paso debido a su avanzada edad».
«Tenía que demostrar que podía recibir un tortazo, metafóricamente hablando, y mantener la calma», señala Zurcher.
«Cumplió con eso la mayor parte del tiempo, aunque fue al menos en parte porque Donald Trump, por su constante intimidación e interrupciones, rara vez le dio al ex vicepresidente la oportunidad de decir algo realmente perjudicial para su propia causa«, añade.
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Trump necesitaba este debate para sacudirse de encima una campaña que se inclinaba en su contra, pero en la que se ha mantenido notablemente estable, incluso frente a la adversidad económica, sanitaria y social, explica.
«Parece improbable que algo de esta reyerta altere la dinámica de esta contienda o que cambie la opinión de uno de cada 10 votantes estadounidenses que dice que todavía está indeciso (aunque tal vez no quiera volver a ver un debate)».
Desde el mismo comienzo se hizo evidente que Trump buscaría sacudir a Biden con constantes interrupciones y ataques. Un recuento de CBS News dice que el presidente interrumpió a su rival 73 veces.
Eso dio lugar a un cara a cara «caótico», apunta Zurcher, en el que Trump cuestionó la inteligencia de Biden y éste llamó a su rival «payaso» y hasta le dijo «¿Quieres callarte, hombre?».
Una y otra vez, Trump atacó a Biden, quien solo se reía y movía la cabeza en señal de desaprobación.
Cuando el moderador Chris Wallace anunció que el coronavirus iba a ser el siguiente tema a comentar y que ambos candidatos tendrían dos minutos y medio ininterrumpidos para responder, Biden bromeó: «Buena suerte con eso».
La pandemia
La cuestión de la covid-19 siempre fue un terreno difícil para el presidente y el tema surgió al principio del debate. Trump tuvo que defender su gestión de la pandemia que ha dejado más de 200,000 estadounidenses muertos.
Lo hizo diciendo que los pasos que ha tomado evitaron más muertes y sugirió que con Biden habría habido «millones» de muertos.
La respuesta de Biden fue hablar directamente a la cámara, preguntando a los espectadores si podían creer a Trump. «Mucha gente murió y muchas más van a morir, a menos que él se vuelva mucho más inteligente, que sea más rápido», dijo Biden.
«Este toma y daca demostró una diferencia fundamental en la forma en la que los dos candidatos ven la pandemia y si la situación está mejorando o empeorando», indicó Zurcher.
47 años
Un mensaje que la campaña de Trump quería que se grabara en la mente de los estadounidenses es que Biden ha tenido casi medio siglo en el servicio público para resolver los problemas del país sin éxito.
«En 47 meses, he hecho más de lo que tú has hecho en 47 años«, le dijo Trump al exvicepresidente, a lo que Biden respondió: «Con este presidente nos hemos vuelto más débiles, más enfermos, más pobres, más divididos y más violentos».
Racismo y supremacistas blancos
El debate agrupó los problemas raciales y la violencia urbana, y eso llevó a intercambios que dejaron claro que Biden se sentía más cómodo hablando sobre lo primero, mientras que Trump quería hablar sobre lo segundo.
Biden acusó al presidente de fomentar las divisiones racistas, mientras que Trump arremetió contra su rival citando el apoyo del demócrata a un proyecto de ley de 1993 contra el crimen, que condujo a mayores tasas de encarcelamiento de afroestadounidenses.
El moderador ofreció a Trump la oportunidad de rechazar abiertamente la violencia de los supremacistas blancos y las milicias, pero el presidente reviró al vincular a la organización izquierdista Antifa con los demócratas.
«Wallace les había dado a ambos candidatos la oportunidad de atacar sus propias bases, lo que a veces puede ser una estrategia política inteligente. Pero ambos eludieron hacerlo», dice Zurcher.
Biden no aprovechó el tema de los impuestos
Cuando salió a relucir el reporte del diario The New York Times sobre los impuestos de Trump -quien presuntamente no ha pagado casi nada al fisco durante años- analistas políticos se preguntaron cómo manejaría esto durante el debate.
Trump se defendió como en 2016, cuando se jactó de que conocía cómo manejar el código tributario y se jactó de ser inteligente por pagar poco.
«Biden trató de convertir el tema en una condena de la reforma fiscal aprobada por los republicanos. Si bien señaló que Trump pagaba menos impuestos federales que los maestros, ese mensaje, que pudo haber sido un ataque poderoso, quedó enterrado en la pelea verbal que siguió con el presidente», apunta Zurcher.
«Si las declaraciones de impuestos de Trump tienen algún peso como tema en esta campaña, no será por este debate», agregó.
«Esto no terminará bien»
El segmento de cierre del debate fue sobre la integridad de las elecciones y las preocupaciones, de ambos bandos, de que la elección no será libre y justa.
«Esto no terminará bien», dijo Trump en un momento, un sentimiento con el que muchos estadounidenses en ambos lados estarán de acuerdo, aunque por diferentes razones.
Biden pidió que se contaran todas las papeletas y prometió respetar los resultados de las elecciones. Parecía que tenía algunos puntos más para concluir, pero Trump lo interrumpió nuevamente y luego Wallace anunció que el debate había terminado.
«Fue el final repentino de una velada caótica que difícilmente puede llamarse debate en el sentido tradicional de la palabra. Estos eventos rara vez influyen en una elección de una forma u otra, y esta fue un lío tan confuso que parece poco probable que hayan cambiado la percepción de algunos», dice Zurcher.
«Probablemente sea una mala noticia para Trump, dado que una de sus verdaderas debilidades es que a muchos votantes de los suburbios les disgustan las maneras a veces groseras del presidente», continúa.
«Por otra parte, si el objetivo de Trump era convertir esta campaña en una alharaca desagradable, dejando a los votantes alienados y con la incertidumbre de si habrá algún tipo de claridad o resolución al final, bueno, fue un trabajo bien hecho».
FUENTE: BBC