A mediados de los años 90, el actor neozelandés Russell Crowe dio el salto definitivo a Hollywood, consolidándose como uno de los intérpretes más sólidos de su generación, gracias a sus papeles en películas como ‘L. A. Confidential’ (1997), de Curtis Hanson, donde encarnó al rudo Bud White, un agente de métodos expeditivos que lucha contra la corrupción policia; ‘El dilema’ (1999), de Michael Mann, donde su papel de Jeffrey Wigand, un ejecutivo de la industria del tabaco que decide denunciar públicamente las prácticas ilegales de su compañía, le valió su primera nominación al Oscar; o ‘Mystery, Alaska’ (1999), de Jay Roach, donde dio vida a John Biebe, un veterano jugador de hockey que lidera a su equipo local cuando se enfrenta en un partido histórico contra los New York Rangers.
Su consagración definitiva llegó con ‘Gladiator’ (2000), de Ridley Scott, donde dio vida a Máximo Décimo Meridio, un general del ejército romano traicionado por el emperador Cómodo y forzado a sobrevivir como esclavo y gladiador. A través de su lucha en la arena, Máximo busca vengarse por la muerte de su familia y recuperar su honor. La película, que combina una enorme épica histórica con la historia del drama personal del protagonista, supuso un enorme éxito de crítica y público que le valió al actor neozelandés el Oscar al Mejor actor principal, convirtiéndolo en una de las figuras centrales de la industria cinematográfica de Hollywood.
Tras el triunfo de ‘Gladiator’, Crowe encadenó una serie de papeles que consolidaron su prestigio: en ‘Una mente maravillosa’ (2001), de Ron Howard, interpretó a John Nash, un brillante matemático aquejado de esquizofrenia por el que fue nuevamente nominado al Oscar. Poco después, en ‘Master and Commander: Al otro lado del mundo’ (2003), de Peter Weir, se puso en la piel del capitán Jack Aubrey, un líder carismático al frente de un navío británico durante las guerras napoleónicas. Más tarde, en ‘Cinderella Man. El hombre que no se dejó tumbar’ (2005), de nuevo bajo las órdenes de Ron Howard, encarnó al boxeador James J. Braddock, quien lucha por mantener a su familia a flote durante la Gran Depresión; y en ‘American Gangster’ (2007), de Ridley Scott, interpretó al detective Richie Roberts, un agente incorruptible que se enfrenta al narcotraficante Frank Lucas, encarnado por Denzel Washington.
Convertido ya en una figura icónica del nuevo milenio, Russell Crowe fue invitado en mayo de 2016 al programa ‘The Graham Norton Show’, donde relató una insólita y divertida anécdota que lo unió inesperadamente a Michael Jackson. Durante la entrevista, el actor reveló que el rey del pop solía gastarle bromas telefónicas sin que ambos llegaran nunca a conocerse personalmente. Crowe explicó: “Él tenía el hábito de que donde quiera que yo me hospedara, llamaba a mi hotel para preguntar por mi número de habitación. Luego me telefoneaba poniendo voces extrañas, pero jamás lo conocí en persona. Y la cosa es que a las primeras personas a las que se lo dije… Yo no quería sonar como si estuviera loco, ¿verdad?: ‘Michael me hizo una broma telefónica hoy’. Pero cuando hablé con personas que lo conocían bien, me dijeron: ‘Lo hace todo el tiempo’. Pero era algo que yo solía hacer cuando tenía 11 o 12 años. Siempre empezaba siendo un poco brusco, como si fuera alguien de la gerencia del hotel y hubiese algún tipo de problema. Entonces, si me irritaba un poco, él me decía: ‘No te enfades, soy Michael’»
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