Más de 8 millones de ucranianos se han visto obligados a abandonar su país desde que, hace un año, las tropas rusas lo invadieron.
El 30 de marzo de 2022, Natalia Khmelova y sus tres hijos, de entre 4 y 12 años, llegaron a Toledo, donde residía desde hacía quince años Anastasia Chernikova, amiga de la infancia en Járkov (Ucrania): recuerda cómo a las 5 de la madrugada del 24 de febrero del año pasado escucharon explosiones, llamó a su padre, que estaba en Kiev. y él dijo “Ha empezado”.
Kiev fue de las ciudades más atacadas en los primeros días y se vio obligada a salir corriendo, con sus tres hijos, hacia la estación para coger uno de los trenes que evacuaban a la población. Pasaron un mes en Ternópil (oeste de Ucrania) antes de salir de su país hacia Toledo, España.
El inicio de la invasión
El presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunció el jueves 24 de febrero “una operación militar” en la región del Donbás tras la solicitud de ayuda militar por parte de las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk y en mitad del Consejo de Seguridad de emergencia que se celebraba en Nueva York.
Putin ha defendido en su mensaje que los enfrentamientos entre las fuerzas ucranianas y rusas son “inevitables” y “sólo una cuestión de tiempo”. Para el líder ruso, “la expansión de la OTAN y el desarrollo militar del territorio de Ucrania por parte de la alianza es inaceptable para Rusia”.
Después del comunicado, las explosiones sacudieron distintos puntos del país activando sirenas para alertar a la población ucraniana. Imágenes de zonas bombardeadas y ciudadanos refugiados en túneles del metro circularon por el mundo, dando inicio a una serie de bombardeos, defunciones, llamados a combate y miles de personas abandonando su país tras la detonación de un conflicto iniciado desde 2014.
Evacuación de la población ucraniana
“Muchos se han ido, no han aguantado. Muchos se adaptan pero muchos otros no; tienen allí la familia y vuelven a Ucrania aún estando como está. Es muy difícil cambiar toda la vida y la adaptación es dura. Habían venido para uno o dos meses porque pensaban que iba a acabar pronto, y algunos llevan ya un año aquí”, subraya Anastasia Chernikova a EFE sobre otros ucranianos que han decidido regresar. Los primeros países en recibir ucranianos fueron Alemania, Polonia, Rumania y España.
Antes de la invasión rusa, la población ucraniana en España era de 110,977 personas (el 57.6% mujeres y el 47.3% hombres) y 96,687 tenían permiso de residencia. Al terminar 2022, los ucranianos inscritos en el padrón ascendían a 193,292 (61.5% mujeres y 38.5% hombres), y 157,180 contaban con documentación de residencia y, para los mayores de 16 años, también de trabajo, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Listado: daños colaterales
Al menos cuatro millones de niños, de los cerca de siete millones y medio que siguen en el país, necesitan ayuda inmediata en Ucrania cuando está próximo a cumplirse un año de la invasión rusa, alertó este lunes Save the Children.
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Inger Ashing, directora de esta organización no gubernamental, advirtió de la experiencia “aterradora” que supone una guerra para las y los niños, algo “realmente traumático” con consecuencias psicológicas especialmente para ellos, por lo que instó a que se mantenga el apoyo humanitario internacional hacia los ucranianos.
Ashing insistió en la necesidad de esta ayuda para que puedan crecer adecuadamente, para que puedan “ser niños de nuevo”, porque la guerra también ha destruido sus posibilidades de educación.
Desde el comienzo de la contienda han fallecido más de 8,000 civiles en Ucrania según la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos, que señala también unos 13,287 heridos entre la población.
Uno de los momentos que causaron mayor impacto, fueron los 400 cadáveres de civiles en Bucha, en las afueras de Kiev, encontrados apilados, a media calle y con marcas de tortura y algunos atados de pies y manos. La comunidad internacional denunció el genocidio.
El primer año de guerra en Ucrania dejó ocho periodistas muertos, 26 casos de profesionales deliberadamente atacados mientras cubrían el conflicto y unos 217 medios ucranianos cerrados, entre otros perjuicios para la libertad de información, según un balance detallado este lunes por Reporteros Sin Fronteras (RSF).
También las infraestructuras mediáticas sufrieron graves daños. Al menos 16 torres de televisión fueron blanco de ataques, dentro de un marco que en que las instalaciones usadas para transmitir información a la población civil han sido una de las “dianas favoritas de las fuerzas rusas”.
Médicos del Mundo advirtió este lunes que los daños en la salud mental están entre los más graves que sufre la población ucraniana, además de denunciar el bombardeo de las estructuras sanitarias.
“El impacto sobre la salud mental es devastador, el Gobierno de Ucrania ha dado cifras y más de la mitad de la población necesita y necesitará apoyo psicosocial”, afirmó este lunes por videoconferencia Marina Vidal, coordinadora de esta ONG para la emergencia en Ucrania.
Octubre 2022: Rusia ataca por primera vez con drones iraníes Zaporiyia, según Ucrania, que asegura haber recuperado 500 kilómetros cuadrados en el sur.
Una fuerte explosión destruye parte del puente de Crimea que une la ocupada península con Rusia, que culpa a Ucrania. En respuesta Moscú bombardea a gran escala Kiev, Leópolis y Zaporiyia.
Rusia lanza 50 misiles que dejan sin luz ni agua a cientos de localidades tras acusar a Kiev de atacar la Flota del Mar Negro y suspender el acuerdo de exportación de grano que posteriormente reactiva tras recibir garantías.
La invasión rusa de Ucrania ha tenido un fuerte costo económico para España, cuya cara más visible han sido los precios récord de la luz, los carburantes y los alimentos, que el Gobierno ha tratado de mitigar con ayudas por un valor total de 45,000 millones de euros.
La guerra, a unos 3,000 kilómetros de territorio español, desató una crisis energética sin precedentes, en un continente, como el europeo, dependiente del petróleo y el gas ruso, encareciendo la energía, cereales como el trigo, el maíz o la cebada, de los que Ucrania y Rusia son grandes productores, y los fertilizantes.
Tras los récords alcanzados por el gas y el petróleo en los mercados internacionales, la inflación emprendió en España una escalada hasta marcar en julio un 10.8%, récord en 38 años, por ese mayor impacto del coste de la energía, que se ha ido moderando, y de los alimentos, con precios aún desbocados.
Aunque la esperanza de miles de ucranianos es que la guerra termine pronto, se cree que no será así: “esperamos la victoria de Ucrania, y ojalá sea lo antes posible”, dijo Natalia, ciudadana ucraniana refugiada en España, a la agencia EFE.
Fuente: Forbes