Los griegos, desbordados por la llegada masiva de refugiados, reclamaron a Europa un plan para poder hacer frente a la crisis humanitaria a la que está inmersa el país.
Grecia está desbordada. El país heleno se enfrenta, con mucha soledad, a la peor crisis humanitaria que afecta al continente europeo desde la Segunda Guerra Mundial, derivada del conflicto en Siria y en otros países como Afganistán o Somalia.
La frontera con Macedonia está prácticamente cerrada y la reubicación de refugiados, a la que se comprometió la Unión Europea, funciona demasiado lenta. De hecho, de las 160.000 personas que entre los 28 estados de la UE tenían que reubicar, sólo 497 fueron recolocadas.
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Según estiman en Atenas, la capital de Grecia, el país recibe diariamente entre 2.000 y 3.000 demandantes de asilo y su primer ministro, Alexis Tsipras, ha expresado en varias ocasiones su enojo por el aislamiento del país frente a la crisis humanitaria.
Los griegos no disponen de suficientes recursos para asistir a los más de 30.000 refugiados que transitan por su territorio, los miles que siguen entrando desde Turquía cada día y los muchos más que se esperan con la llegada de la primavera.
Frente a esta situación, el Gobierno griego pidió a sus socios europeos ayuda para 100.000 refugiados. La Comisión Europea respondió este miércoles a la petición con un nuevo instrumento de emergencia. Se trata de un plan de ayuda a los refugiados dotado con 700 millones de euros que se repartirán en tres años y que beneficiará esencialmente al país helénico.
La propuesta se basa en un mecanismo de ayuda humanitaria que se aplica normalmente en los países en conflicto y que es toda una novedad para Unión Europea (UE). Bruselas (Bélgica) asume, así, que el drama migratorio se convierte en una crisis de gestión al largo plazo.
Por ahora, sólo Grecia está en una situación crítica de crisis humanitaria. Con la medida, la UE asume implícitamente que este país podría convertirse en un gran campo de refugiados. Una posibilidad que elministro del Interior griego, Ioannis Muzalas, rechazó la semana pasada: “Grecia no aceptará convertirse en el Líbano de Europa, un depósito de almas, aunque se dediquen fondos [europeos] para eso”, espetó en referencia al país vecino de Siria que acoge más de dos tercios de los refugiados sirios y que también acogió en sus territorios a los refugiados palestinos.
Grecia se convierte así en el país más acechado por la crisis migratoria de Europa y por la incapacidad de los gobiernos europeos de lidiar con la situación. En este sentido, países como Austria decidieron unilateralmente detener el tránsito de refugiados y exigieron que se cumplieran los planes, fracasados antes de implementarse, para reubicar a los migrantes.
Por su parte, el ministro de Financias griego, Euclid Tsakalotos, se exclamó ayer frente a la Eurocámara y reclamó que espera que la solidaridad del país con la cuestión de los refugiados se reconozca desde las instituciones europeas, por ejemplo en la negociación con sus creditores de las medidas de austeridad.
El próximo lunes la UE y Turquía celebrarán una cumbre para tratar la crisis en la que se abordará nuevamente la ayuda de 3.000 millones de euros que la alianza va a transferirle para retener a los refugiados en su territorio, algo que ahora no está pasando. Cada día llegan a Grecia más de 2.000 inmigrantes procedentes de Turquía, una cifra que la UE quiere rebajar hasta los menos de 1.000.
Fuente: El ciudadano