Muchos de los menores han sido reclutados a la fuerza por milicias como Hamas, el Estado Islámico, Boko Haram o las FARC.
Tal vez los nombres de Amina Ali e Isa Dare signifiquen poco para la mayoría en el mundo, pero son los de dos víctimas de la guerra y el terrorismo que azotan a la niñez en buena parte del planeta.
En la última década han muerto dos millones de niños; seis millones quedaron sin hogar; 12 millones resultaron heridos o discapacitados y hay por lo menos unos 300 mil menores soldados que participan en 30 conflictos en distintas partes del mundo, con funciones como combatientes, cocineros, porteadores, mensajeros, espías o por motivos sexuales, según el Fondo Mundial de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
El organismo de la ONU dice que el reclutamiento de niños para la lucha armada es ilegal, mientras Humanium, una Organización No Gubernamental, destaca que los conflictos bélicos dejan indefensos a los menores a causa del caos reinante, publica excelsior.com.mx
Muchos son o han sido reclutados a la fuerza por milicias como el Movimiento para la Resistencia Islámica Hamas, el Estado Islámico, Boko Haram o las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), entre otros.
Según los Principios de Ciudad del Cabo (1997), un “niño soldado” es toda persona menor de 18 años de edad que forma parte de cualquier fuerza armada regular o irregular en la capacidad que sea, o cualquiera que acompañe a dichos grupos, salvo los familiares.
La definición incluye a las niñas reclutadas con fines sexuales y para matrimonios forzados. Por consiguiente, se refiere también a los que son usados por los grupos armados aunque no sea directamente en combate.
Una luz en Latinoamérica
Las FARC sorprendieron al mundo el pasado lunes, al anunciar la desmovilización de niños de sus filas, en el marco de negociaciones para terminar con el conflicto armado que hace más de 50 años se da en Colombia.
El gobierno y las FARC
–que negocian un acuerdo de paz en La Habana, Cuba– convinieron que todos los menores que salgan de la guerrilla serán considerados víctimas del conflicto. Los de menos de 14 años no podrán ser declarados penalmente responsables, mientras aquellos entre 14 y 18 años recibirán indulto por rebelión y delitos conexos, “cuando no haya impedimento en las leyes colombianas”.
La Fiscalía de Colombia aseguró que entre 1975 y 2014 las FARC reclutaron 11,556 menores y que en la recta final de los diálogos de paz con el gobierno de Colombia, se comprometieron a entregar a los que siguen en sus filas.
Pero esa decisión sólo es la “punta del iceberg” respecto al número de menores que se encuentran y mueren a diario en los diferentes conflictos bélicos en el mundo.
Para los defensores de la infancia, es evidente que los derechos fundamentales de decenas de miles de niños son ignorados y que muchos de ellos acaban profundamente traumatizados, malheridos o discapacitados.
En África, el 14 de abril de 2014, el grupo terrorista Boko Haram secuestró a 219 menores de una escuela femenil en Chibok, Nigeria. Son parte de las 2,000 mujeres y niñas secuestradas desde 2014 por ese grupo, según Amnistía Internacional.
Un mes después, cuatro de las menores lograron escapar y narraron a la cadena inglesa BBC cómo eran obligadas a realizar ejecuciones o combatir en nombre de Boko Haram, que las convirtió en esclavas sexuales o las obligó a casarse con los terroristas bajo las leyes del Islam.
El pasado martes hubo un rayo de esperanza, cuando la adolescente Amina Ali fue hallada en la zona del bosque de Sambisa, feudo de Boko Haram. Cuando fue secuestrada tenía 17 años. Hoy tiene 19 años y una bebé.
Pero aún se ignora el destino de más de 200 de las niñas y adolescentes que desaparecieron con ella, a pesar del rechazo mundial y campañas para recuperarlas, con el apoyo incluso de la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama.
La terrible táctica del Estado Islámico
Tanto o más terrible es lo que hace el Estado Islámico (EI) en busca de impresionar: usa cada vez más niños y adolescentes en sus violentos videos de propaganda.
Un estudio publicado recientemente por el Centro de Combate del Terrorismo (CTC, por sus siglas en inglés) de la Academia Militar de West Point, Estados Unidos, indica que “el EI está movilizando niños a una escala sin precedente”.
El documento describe cómo el grupo extremista usa a menores en sus ataques suicidas, como una estrategia para cultivar a toda una generación de futuros militantes en edad escolar, adoctrinada en su ideología y adaptada a la extrema violencia yihadista.
El uso de menores como asesinos ha tenido gran impacto. La imagen de un niño que despide a su padre al partir rumbo al “martirio”, o la de un menor de cuatro años (Isa Dare nacido en Londres), al apretar el botón que detona el explosivo en un auto donde hay supuestos espías encerrados, o adolescentes que ejecutan a cautivos con armas de fuego, son ejemplos cada vez más repetidos.
El pasado jueves, la Fiscalía de París, competente en asuntos de terrorismo, abrió una investigación sobre un video atribuido al EI en el que un niño, supuestamente criado en Francia, participa en una ejecución y dice que quisiera cometer atentados en suelo francés.
Tragedia llevada a las pantallas
La terrible realidad ha sido llevada al cine en cintas como Las tortugas también vuelan, estrenada en 2004, que ofrece un primer acercamiento al sufrimiento y la violación de los derechos de los niños en la guerra.
La trama ocurre antes de la invasión a Irak en 2003 por una coalición de países liderada por Estados Unidos. En un campo de refugiados del Kurdistán iraquí, en la frontera entre Irán y Turquía, un grupo de asilados busca el dinero para adquirir una antena parabólica y enterarse de las noticias sobre la inminente guerra.
Pero son los menores, marcados por la guerra, mutilados, huérfanos, hambrientos, desgarrados, quienes llevan la peor parte, obligados a sobrevivir en condiciones de desventaja y a convertirse en adultos prematuramente.
Asimismo, refleja sus sufrimientos y la amistad entre ellos, la dificutad de sobrevivir con lo mínimo cuando su única forma de conseguir ingresos es recogiendo minas antipersonales y vendiéndolas en el mercado negro.
Otro ejemplo es la película mexicana Voces Inocentes, dirigida por Luis Mandoki, que está situada durante la guerra civil salvadoreña en 1980. Ahí se aborda el uso de los niños por el ejército salvadoreño y muestra la injusticia contra de personas inocentes que se ven obligadas a combatir.
El argumento relata la historia de Chava, un menor que vive con el temor de ser reclutado para la guerra, pues la milicia se lleva a los niños mayores de 12 años para ser entrenados.
No hay cintas pero sí trabajos que consignan a su vez los traumas de los niños usados como soldados por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).
Pero cintas y reportes son sólo mínimos acercamientos de la cruda realidad que enfrentan millones de niños en el mundo.
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Los derechos de los menores
Los niños tienen derecho a las garantías fundamentales asumidas por la Convención de Ginebra para la protección de individuos civiles en tiempos de guerra, y su protocolo adicional de 1977 sobre la conducción de hostilidades: el derecho al respeto a la vida, a la integridad física y moral, la prohibición de los servicios corporales forzados, de torturas, castigos colectivos y represalias.
El segundo protocolo adicional establece claramente que “ni la población civil ni los individuos civiles serán objeto de ataques”.
El primer protocolo adicional, relativo al comportamiento durante las hostilidades establece el principio de protección especial destinado a los niños. Este principio, además, es aplicable a los casos de conflictos armados no internacionales.
El segundo protocolo adicional prohíbe el reclutamiento de menores de 15 años y su participación directa o indirecta en conflictos bélicos.
Los menores de 18 años tienen garantizados los derechos específicos recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), aprobada el 20 de noviembre de 1989 por las Naciones Unidas.
Esta Convención es el tratado de derechos humanos más ratificado de la historia: 195 países, todos los del mundo, menos Sudán del Sur y Estados Unidos. La CDN tiene rango de ley y es de cumplimiento obligatorio. Los países firmantes deben incluir todos los aspectos de la Convención en sus leyes nacionales sobre derechos y protección a menores.
Fuente: Sipse