La policía mata a la atacante, que irrumpió con dos rifles de asalto y una pistola en una escuela privada de educación religiosa de la que era exalumna
Una escuela en algún lugar de Estados Unidos y un asesino que abre fuego sobre víctimas indefensas. La historia, dolorosamente familiar en un país arrasado por una epidemia de violencia armada, se repitió este lunes. Pero esta vez no fue un asesino, sino una asesina: una mujer de 28 años que el el portavoz de la policía local dijo primero que tenía “pinta de adolescente”. Sucedió por la mañana en Nashville (Tennessee), y la cuenta de muertos ascendía a primera hora de la tarde a siete. Entre ellos, se encontraba la pistolera, a la que mataron a tiros los agentes. Tres de las víctimas son niños del colegio Covenant, donde se produjo el ataque, un centro privado de educación presbiteriana, cuyos estudiantes van desde preescolar hasta sexto grado (12 años). La sospechosa era exalumna de ese centro. Los otros tres fallecidos son adultos.
Los nombres de los muertos tardaron en llegar, y los facilitaron en torno a las 17:00, hora local, las autoridades de Nashville a través de Twitter. Se trata de Evelyn Dieckhaus, Hallie Scruggs y William Kinney, de nueve años. Mike Hill, Katherine Koonce y Cynthia Peak tenían entre 60 y 61 años.
Fue la cuenta de la policía local en la misma red social la que confirmó poco después que la atacante había muerto.
Poco más de una hora después, tres niños ingresaron con heridas de bala en el hospital pediátrico Monroe Carell Jr., en Vanderbilt. Los médicos solo pudieron certificar su muerte, según dijo Craig Boerner, portavoz del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
Es altamente infrecuente, según las estadísticas, que un ataque de este tipo tenga como protagonista a una mujer. Según la web Gun Violence Archive, centinela de la violencia armada en Estados Unidos, 129 tiroteos masivos se han registrado en el país desde principios de año. La cuenta asciende a casi 1,5 por día. Según sus parámetros, un tiroteo debe provocar más de cuatro muertos o heridos para ser considerado masivo. En 2022, la cuenta ascendió a 647.
En el ánimo colectivo estadounidense está aún fresca la tragedia que arrasó el 24 de mayo con la escuela de primaria de la pequeña localidad de Uvalde, en Texas. Entonces, murieron 19 niños y dos profesoras a manos de Salvador Ramos, un joven de 18 años, vecino del pueblo. Se presentó armado con una pistola y un rifle de asalto semiautomático y comenzó a disparar indiscriminadamente, antes de que la policía lo matara.
Los tiroteos más graves en lo que va de año han sucedido en lugares como el condado de Tate, en Misisipi, donde un hombre de 52 años mató a seis personas; la Universidad del Estado de Míchigan en East Lansing (tres muertos y cinco heridos) o Half Moon Bay y Monterey Park, ambos en California, donde con dos días de diferencia murieron 18 personas a manos de dos atacantes fuertemente armados.
FUENTE: EL PAÍS
Don Aaron, el policía encargado de actualizar la información a los medios, explicó que la mujer accedió a la escuela por una entrada lateral del edificio. Llevaba al menos “dos rifles de asalto y una pistola”, dijo. Las autoridades aún no la habían identificado en ese momento. Tampoco sabían cuáles pudieron ser sus motivaciones ni si tenía relación con el colegio.
Cuando los uniformados se presentaron en la escuela en respuesta a una llamada de las 10.13 a los servicios de emergencia, escucharon disparos en el segundo piso, dijo Aaron. Una vez arriba, dos de los agentes abrieron fuego y mataron a la atacante. Solo habían pasado 14 minutos.
La noticia, que rápidamente se convirtió en un asunto de alcance nacional, saltó al final de la mañana, gracias a un tuit del Departamento de Bomberos de la ciudad del centro del país. “Estamos respondiendo a un agresor activo en la escuela Covenant”, decía. El mensaje pedía a los padres que no se presentaran en el lugar, donde los hechos estaban “aún en desarrollo”. Por el mismo medio, los bomberos avisaron después a los padres de que se había establecido un “lugar de reunificación” con sus hijos en una iglesia baptista cercana al colegio. El centro tiene 209 alumnos.
Fue la cuenta de la policía local en la misma red social la que confirmó poco después que la atacante había muerto.
Poco más de una hora después, tres niños ingresaron con heridas de bala en el hospital pediátrico Monroe Carell Jr., en Vanderbilt. Los médicos solo pudieron certificar su muerte, según dijo Craig Boerner, portavoz del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.
Es altamente infrecuente, según las estadísticas, que un ataque de este tipo tenga como protagonista a una mujer. Según la web Gun Violence Archive, centinela de la violencia armada en Estados Unidos, 129 tiroteos masivos se han registrado en el país desde principios de año. La cuenta asciende a casi 1,5 por día. Según sus parámetros, un tiroteo debe provocar más de cuatro muertos o heridos para ser considerado masivo. En 2022, la cuenta ascendió a 647.
En el ánimo colectivo estadounidense está aún fresca la tragedia que arrasó el 24 de mayo con la escuela de primaria de la pequeña localidad de Uvalde, en Texas. Entonces, murieron 19 niños y dos profesoras a manos de Salvador Ramos, un joven de 18 años, vecino del pueblo. Se presentó armado con una pistola y un rifle de asalto semiautomático y comenzó a disparar indiscriminadamente, antes de que la policía lo matara.
Los tiroteos más graves en lo que va de año han sucedido en lugares como el condado de Tate, en Misisipi, donde un hombre de 52 años mató a seis personas; la Universidad del Estado de Míchigan en East Lansing (tres muertos y cinco heridos) o Half Moon Bay y Monterey Park, ambos en California, donde con dos días de diferencia murieron 18 personas a manos de dos atacantes fuertemente armados.