Hasta hace un par de semanas, las payasadas y amenazas de la campaña de Donald Trump, resultaban más divertidas que amenazadoras, porque nadie imaginaba que el republicano tuviera posibilidades reales de llegar a la presidencia.Las encuestas lo ubicaban por debajo de la demócrata Hillary Clinton, entre 7 y 10 puntos porcentuales.
Pero, el viernes pasado, una de las instituciones más influyentes y temidas de Estados Unidos, el FBI, sorprendió al mundo entero al anunciar el descubrimiento de nuevos correos electrónicos de Hillary que estaba investigando.
[smartads]
De inmediato, las encuestas le pasaron la factura a Hillary, las distancias se acortaron a menos de un dos por ciento de diferencia y el mundo tembló.
La posibilidad de ver a Donald Trump sentado en la Sala Oval de Washington, era real.
Las bolsas de valores brincaron y los mexicanos empezamos a tener pesadillas con un monstruo anaranjado.
También te puede interesar: Grupo prepara sus armas en caso de que Clinton gane por fraude
Las amenazas de campaña de Trump, de construir un muro a lo largo de las mil millas de la frontera con Estados Unidos, financiado a través de un impuesto del 35 por ciento a las importaciones de automóviles fabricados en México, y la deportación de 11 millones de inmigrantes indocumentados, podría convertirse en realidad.
La base argumental de Trump fue que estas medidas harían grande a Estados Unidos de nuevo, como lo fue en el pasado.
Pero, la mayoría de los economistas coinciden en que el nuevo impuesto y la deportación de los inmigrantes, dispararía el precio de muchos productos para el estadounidense de clase media y acabaría con más empleos de los que ayudaría a crear.
El analista político y económico Andrés Oppenheimer, asegura que la construcción del muro es un proyecto que serviría de muy poco, ya que la migración de indocumentados de México se ha reducido notablemente desde 2008.
El costo de 8 mil millones de dólares en la construcción del muro, sería un desperdicio de dinero, ya que por lo menos el 40 por ciento de los indocumentados, no han entrado a Estados Unidos a través de la frontera. Llegan en avión con visa de turista y una vez que ésta expira, se quedan a vivir ahí, de manera ilegal.
Otro importante porcentaje de los mexicanos que llegan a Estados Unidos, lo hacen a través de túneles.
Y si no lo creen, pregúntenle al Chapo Guzmán que de túneles sabe un rato.
La tarifa de importación del 35 por ciento, que financiaría la construcción del muro, aumentaría el precio de los automóviles estadounidenses, lo que les impediría competir con los japoneses en los mercados internacionales.
Entonces, en lugar de hacer grande a Estados Unidos, Trump haría grande a la industria automotriz de Japón.
Por otra parte, si impusiera el arancel del 35 por ciento, México respondería aumentando las tarifas de importación a los productos estadounidenses, lo que perjudicaría de manera brutal a los exportadores gringos, dado que México es su segundo mercado de exportación en el mundo.
Incluso Carlos Slim declaró hoy algo parecido. La asunción al poder de Trump podría generar una debacle económica a nuestros vecinos.
Nada más en el 2015, México importó 236 mil millones de dólares en productos de Estados Unidos, cifra superior a la de China, Japón y Alemania juntos.
Y, por último, la deportación de 11 millones de inmigrantes, aumentaría el precio de la construcción, la agricultura y las demás industrias que utilizan la mano de obra mexicana.
En síntesis, los que pagarían el precio más alto por la llegada de Trump al poder, serían los propios estadounidenses y finalmente, ellos son los que van a votar.
Ojalá y lo piensen dos veces.