Si la pregunta es hasta dónde llega la ayuda de Pekín a Moscú con la guerra de Ucrania de fondo, la respuesta es muy amplia. Sabíamos a través de documentos obtenidos por Bloomberg que la producción de drones rusos se estaba viendo favorecida por el uso de compañías intermediarias con China como actor principal vinculado. Ahora sabemos algo más. La ingeniería del engaño para sortear las sanciones. Flujo clandestino. Lo contaba en exclusiva Reuters. Al parecer, Rusia ha logrado mantener y ampliar la producción de sus drones kamikaze Garpiya-A1, pese a las sanciones impuestas por Occidente, gracias a un sofisticado esquema de importación encubierta que involucra a empresas chinas.
Documentos aduaneros, contratos internos y facturas revisadas por el medio revelan que los motores L550E fabricados por la empresa china Xiamen Limbach Aviation Engine Co. continúan llegando a la empresa estatal rusa IEMZ Kupol, ahora a través de una firma pantalla llamada Beijing Xichao International Technology and Trade. Para eludir la detección, los motores son etiquetados como “unidades de refrigeración industrial” en los documentos de transporte, lo que ha permitido su envío desde Pekín hasta Moscú (y de ahí a Izhevsk, sede de la planta de Kupol) sin alertar a las autoridades aduaneras chinas ni infringir formalmente la legislación exportadora del país.
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Expansión masiva. Un documento interno de Kupol confirma que la empresa ha firmado un contrato con el Ministerio de Defensa ruso para fabricar más de 6.000 Garpiya en 2025, triplicando la producción del año anterior. Para abril, ya se habían entregado más de 1.500 unidades. Estos drones, de largo alcance y gran precisión, son empleados regularmente para atacar infraestructuras civiles y militares en lo profundo del territorio ucraniano.
Según la inteligencia de Kiev, Rusia está utilizando unos 500 Garpiya por mes. Basado tecnológicamente en el Shahed iraní, el modelo ruso se ha vuelto una herramienta fundamental del esfuerzo bélico del Kremlin, ahora potenciado por componentes chinos que incluyen no solo el motor, sino también sistemas de navegación y control.
Red de empresas fantasma. El trayecto de los motores hacia Rusia está cuidadosamente disfrazado. Tras su envío inicial desde China, contaba Reuters que los motores son recibidos por una empresa tapadera rusa llamada SMP-138, propiedad de Abram Goldman, que a su vez los reenvía a otra compañía rusa, LIBSS, responsable final de abastecer a Kupol.
Un contrato entre LIBSS y Kupol revisado por el medio establece específicamente que los productos debían ser identificados como esos “equipos de refrigeración” para evitar sospechas. Las compañías aéreas comerciales chinas Sichuan Airlines y China Southern Airlines han sido utilizadas para transportar estas piezas críticas a Rusia desde octubre de 2023, a pesar de las sanciones en vigor. Ninguna de estas aerolíneas ni las compañías implicadas respondieron a las preguntas de Reuters.
Posición ambigua. La Cancillería china, en respuesta al medio, negó conocimiento de estos envíos y reiteró que el país aplica estrictamente controles a las exportaciones de bienes de doble uso, además de oponerse a sanciones unilaterales no avaladas por la ONU. Sin embargo, la realidad del flujo continuo de tecnología militar hacia Rusia pone en entredicho esa narrativa.
La empresa Xiamen Limbach fue sancionada en octubre de 2023, tras un informe anterior de Reuters que ya identificaba su papel en la fabricación de los Garpiya, lo que provocó que nuevos intermediarios como Xichao asumieran el relevo. A pesar de estas medidas, ni Xiamen ni Xichao han dado explicaciones, y el rastro de responsabilidad es más que difuso entre capas de empresas pantalla, opacidad documental y rutas comerciales legalmente ambiguas.
Advertencias diplomáticas. Plus: la revelación llega en un momento de creciente tensión diplomática entre la Unión Europea y China. La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se reunirá con Xi Jinping y Li Qiang en una cumbre marcada por las sospechas de apoyo chino a la maquinaria militar rusa. La diplomacia europea, encabezada por Kaja Kallas, ha advertido a Pekín de que permitir este tipo de comercio pone en riesgo la seguridad del continente.
Fuente: Xataka