El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció un nuevo arancel del 100% a las películas extranjeras, una decisión que busca revivir la industria cinematográfica de Hollywood, pero que podría tener graves implicaciones económicas internacionales.
La medida, que entrará en vigor de inmediato, ha sido promovida por el propio mandatario a través de su red Truth Social, donde expresó su deseo de que “las películas se hagan nuevamente en Estados Unidos”.

Y es que, las estadísticas recientes de FilmLA reflejan una caída significativa del 22% en la producción audiovisual durante el primer trimestre, una situación que podría estar motivando las decisiones del presidente.
Según Trump, los incentivos económicos de otros países para atraer rodajes están “devastando a Hollywood” y han llevado a una fuga de producciones que antes se realizaban en Estados Unidos. En su mensaje, Trump afirmó:
“Otros países ofrecen todo tipo de incentivos para alejar a nuestros cineastas y estudios de Estados Unidos […] Hollywood y muchas otras zonas de Estados Unidos están siendo devastadas”.
Con el nuevo arancel del 100% a cualquier película producida fuera del país, el gobierno estadounidense espera nivelar las condiciones para las productoras nacionales y motivar una relocalización de los rodajes dentro del territorio estadounidense.
El presidente incluso acuñó una frase al respecto: “Queremos películas hechas en EE. UU. otra vez”.
Esta política forma parte de una estrategia más amplia de su administración para reducir la dependencia de productos y servicios extranjeros y fortalecer la economía local, especialmente en sectores considerados estratégicos, como el del entretenimiento y medios de comunicación.
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¿Qué consecuencias económicas tendrá esta medida?
Las repercusiones de este arancel del 100% a las películas extranjeras pueden sentirse tanto a nivel local como internacional.
Desde el punto de vista interno, podría haber un aumento en la inversión en producciones nacionales, generando empleos y dinamizando sectores asociados como la postproducción, la logística y el turismo cinematográfico. Sin embargo, también existen riesgos de represalias comerciales por parte de otros países.
En el plano internacional, estudios extranjeros que tenían previsto estrenar películas en EU podrían enfrentar un incremento drástico en sus costos operativos, lo que limitaría su acceso a uno de los mercados más lucrativos del mundo.
Esto también podría traducirse en un aumento de precios para los consumidores o en una menor diversidad de contenidos en las salas de cine estadounidenses.
Además, esta medida llega en un contexto particularmente difícil para la industria cinematográfica de Los Ángeles, que ha visto una reducción alarmante en los niveles de producción.
Según datos de FilmLA, los días de rodaje en la ciudad cayeron un 31% para la televisión y un 29% para largometrajes, en comparación con el mismo periodo del año anterior.
La cifra más contundente es que la producción televisiva ha caído más del 50% desde su punto máximo en 2021, cuando se registraron 18.560 días de rodaje anuales.
“Como el segmento más grande y más afectado de la economía de producción cinematográfica de Los Ángeles, las caídas en la televisión tienen amplias repercusiones en el empleo”, señaló FilmLA en su comunicado más reciente.
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¿Podría esta decisión beneficiar realmente a Hollywood?
Aunque el objetivo declarado de Trump es proteger y fortalecer a Hollywood, varios expertos y representantes de la industria han manifestado dudas sobre la efectividad de esta política arancelaria.
Si bien el arancel podría incentivar a las productoras nacionales, también podría limitar la cooperación internacional, generar fricciones diplomáticas y obstaculizar el acceso a películas de alto nivel que se producen fuera de Estados Unidos.
Además, el atractivo de rodar en otros países no solo radica en los incentivos fiscales, sino también en los costos laborales más bajos, diversidad de locaciones y convenios de coproducción.
Por tanto, gravar con un 100% los filmes foráneos podría ser una solución superficial ante un problema estructural más complejo.
A esto se suma la digitalización y globalización de los contenidos, que hace cada vez más difícil contener el flujo de obras extranjeras a través de simples barreras comerciales.
Plataformas de streaming, redes sociales y sistemas de distribución directa seguirán siendo canales clave para la circulación de contenido, más allá de las políticas impositivas