En talleres improvisados de Culiacán, mecánicos vinculados al Cártel de Sinaloa trabajan de noche para ocultar cargamentos de fentanilo. Entre herramientas, piezas de autos y luces frontales, los operadores envuelven la droga en papel aluminio y carbón para evadir rayos X y la rocían con químicos que disfrazan su olor ante perros entrenados.
Operativos nocturnos y vehículos modificados
Uno de estos mecánicos, con más de dos décadas en el negocio, detalló a The New York Times cómo talló un compartimento falso detrás de la puerta del conductor de un auto para esconder seis kilogramos del opioide, valuados en hasta 90 mil dólares.
El método cambia en cada operación: a veces se utiliza el tanque de gasolina, otras el motor o la carrocería, buscando siempre evitar detecciones.
Estrategias bajo presión
El cártel enfrenta una ofensiva simultánea: el Gobierno de Estados Unidos, bajo la administración de Donald Trump, ha ordenado medidas militares contra grupos designados como organizaciones terroristas, mientras que México ha desplegado cientos de soldados para desmantelar su estructura.
Ante este escenario, la organización criminal ha optado por rutas más largas, cargas reducidas y planes detallados que incluyen halcones —vigías que alertan sobre retenes o patrullajes— y sobornos a militares en puntos estratégicos de Sinaloa y Sonora. La coordinación es clave: cada conductor recibe instrucciones codificadas sobre carreteras y desvíos, evitando improvisar.
El cruce y la corrupción fronteriza
En el trayecto hacia la frontera, la red del cártel incluye coordinadores en ambos lados, que verifican la seguridad del cruce. Según los testimonios recogidos por The New York Times, en algunos casos participan agentes fronterizos estadounidenses que aceptan pagos para dejar pasar vehículos sin inspección.
Un conductor relató cómo debió detenerse varios días en Sonora después de que un aviso indicara que su auto había sido identificado. Finalmente, la operación continuó gracias a un cambio de vehículo y a nuevos pagos a contactos en la frontera, logrando que la droga llegara a Tucson, Arizona, para luego enviarse a California.
Adaptación y alianzas inesperadas
El reportaje señala que, además de diversificar rutas hacia Estados Unidos, el Cártel de Sinaloa ha redirigido envíos a Europa, trasladado laboratorios fuera de su estado base y reducido su nómina para sostener operaciones. Incluso, ha formado alianzas con antiguos rivales para mantener el negocio activo.
A pesar de la presión, los miembros entrevistados no mostraron intención de abandonar la producción y tráfico de fentanilo. Argumentan que la demanda en Estados Unidos sigue alta y que, si ellos no la abastecen, lo hará otro grupo criminal.
Control territorial según la DEA
De acuerdo con la Administración para el Control de Drogas (DEA), el cártel mantiene un control casi total en la frontera sur de Arizona, especialmente en San Luis Río Colorado y Nogales, lo que facilita el ingreso de cargamentos a través de puertos como Mariposa.
Incluso con mayores decomisos, más retenes y mayores costos de sobornos, la organización sigue encontrando formas de mantener sus rutas y adaptarse a cada amenaza.
La investigación de The New York Times evidencia la profundidad de la red criminal y el reto que representa su desmantelamiento para ambos Gobiernos.