CIUDAD DE MÉXICO.- Entre tantos cambios que ha impuesto el Covid-19 a la vida cotidiana está, para los católicos, rezar el rosario a través de computadoras y confesarse en menos de cuatro minutos. Es el tiempo que otorga el sacerdote de la parroquia de la Sagrada Familia, en la Colonia Portales, Ciudad de México, Roberto Funes Díaz, a los fieles que llegan al atrio a pedir el perdón de sus pecados.
“Algunos quisieran hablar más, sobre todo con el drama de los miles que han muerto, pero es el tiempo recomendado para hablar con alguien sin arriesgarse a contagiarse”, dice el sacerdote de 49 años, quien en mayo salió positivo de Covid-19.
El resultado lo obtuvo del examen que le practican antes de visitar a los enfermos de Covid-19 para llevarles el sacramento, con sotana y mascarilla súper tecnologizada. No tuvo síntomas y por eso dice que los cuatro minutos, el biombo y la careta no es sólo para protegerse de los fieles, sino para protegerlos a ellos de sí mismo.
En otros templos católicos, como la Catedral Metropolitana, no se fija un tiempo máximo para el perdón, pero la instrucción es ser lo más breve posible. “Deben de venir ya con una reflexión hecha”, según informaron en la parroquia. En ambos casos, los fieles deben llevar cubrebocas y pasar primero por gel antibacterial en la puerta de la iglesia y hablar, en la Parroquia Sagrada Familia, a través de un biombo blanco, y en la Catedral, a través de una cortina de plástico transparente.
Pero el tiempo de la confesión de los católicos no es el único cambio. El coronavirus, que ha matado a más de 45 mil personas en México, modificó toda la manera de acercarse a lo divino. La principal ruta ahora es la sana distancia, el teléfono y el internet. Por ahí profesan, rezan el rosario, transmiten las misas, piden limosnas y despiden a los muertos.
Los Testigos de Jehová no caminan las calles, Biblia en mano, ni tocan las puertas. Ahora mandan mensajes de WhatsApp o llaman por teléfono a amigos y conocidos y aseguran que a veces hasta el azar. “Te puedo decir que los resultados han sido mejores, yo creo que no sólo es el hecho de que las personas no tienen que abrir la puerta, sino que están más sensibles, más receptivos”, afirma el vocero, Marcos Moreno. “En la tragedia hay una necesidad de hablar y de ser escuchados”, agrega.
La Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días suspendió la profesión en todo el mundo, las reuniones presenciales y los bautizos en sus sedes. Cerraron sus mil 335 capillas y sólo quedaron abiertas las oficinas de misión desde donde los misioneros puedan predicar en línea. A pesar de eso, el Presidente de la Misión México-Pachuca, Armando Maldonado, dijo que en abril realizaron 12 bautismos ya no en una ceremonia conjunta como se acostumbraba, sino en ceremonias cerradas, transmitidas por internet. En mayo, 13, en junio 8, en julio prevé llegar a 26. “Las personas sigue necesitando el evangelio”, señala.
A pesar de que estos días se ha permitido el regreso de las ceremonias, los religiosos afirman que continuarán con las reglas de uso de cubrebocas, mascarilla, la desinfección de símbolos y espacios, la lejanía entre los fieles y el uso del internet al servicio de su fe.
“Todos tenemos que colaborar para evitar más muertes”, resumió Armando Maldonado.
Hasta el 15 de julio, el Centro Católico Multimedial tenía el registro de 46 sacerdotes, 6 diáconos y 3 religiosas fallecidas por Covid. Son pocos comparados con el cálculo del presidente de la Confraternidad Nacional de Iglesias Cristianas Evangélicas (Confraternice), Arturo Farela: “Han muerto decenas de pastores evangélicos, no solamente feligreses. No tengo el reporte completo, pero tan solo en Baja California han muerto más de 100 pastores”, lamenta. Sin embargo, resalta la adaptación que han hecho las tecnologías.
A eso se tiene que sumar las afectaciones económicas. Monseñor Luis Manuel Pérez Raigosa, auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México, dice que hubo una caída del 100 por ciento de los ingresos debido a la cancelación de todas las ceremonias presenciales. Su propia ordenación como obispo, en marzo, en la Basílica de Guadalupe, se tuvo que transmitir por Facebook y a la fecha tiene más de 90 mil reproducciones.
Encima de todo, dice Pérez Raigosa, cada vez son más quienes acuden a pedir alguna ayuda, como desayunos o despensas, que entregan las parroquias. Así que tratan de adaptarse. Cada imagen de la Catedral Metropolitana tiene un código QR que al momento de escanearlo se conecta al sistema de pagos en línea Paypal. Cada transmisión por Facebook también ofrece esa opción y a cambio se pueden dedicar misas en línea. También se hace reservas a misas por teléfono en algunas capillas.
Los religiosos aseguran que no llevan un mensaje de temor o de fin del mundo a la población. Más bien que tratan de ofrecer tranquilidad y esperanza.
“No sabemos cuándo vamos a volverá salir a profesar, pero aprovechamos la tecnología porque la gente está buscando una fuente que llene el vacío de estos días”, señala la Hermana Paz, de la Iglesia de Jesucristo de los Últimos Días.
Otros feligreses consideran que es su manera de ayudar a quienes creen en Dios y mueren de Covid-19, que impone la cremación del cuerpo sin ningún rito religioso.
“Es algo muy triste para quienes somos católicos”, afirma Luisa González, de 40 años, afuera de la Parroquia de la Sagrada Familia, adonde llegó a confesarse y a recibir la hostia en la mano. Traía cubrebocas, careta y se untaba el gel en las manos. Dice que había al menos 25 muertes por Covid entre sus conocidos, incluida la madre de su mejor amiga. Así que cada noche, desde hace más de 100 días, seguía por Facebook Live el #RosarioDeEsperanza que tiene más de 40 mil reproducciones. Ahí cada feligrés ora por alguien. Un agonizante, a un médico, a las familias de los que han fallecido. “Yo generalmente pido por las personas que van a morir esa noche”, dijo.
FUENTE: Luces del Siglo