La realidad sobrepasa las expectativas de defensores y detractores de la marihuana, por lo que la discusión en Latinoamérica requerirá más que debates y el hambre de cobrar más impuestos.
Hace algunas semanas atrás visité Denver, Colorado, una ciudad donde convive la modernidad con un sorprendente paisaje natural en el que sobresalen las Montañas Rocosas, y en el paisaje urbano, un gran número dehomeless (indigentes), en su mayoría de entre 20 y 28 años, a quienes se les ve fumar marihuana en las principales avenidas.
“El número ha ido en aumento, parece que es algo que no previeron los que impulsaron su legalización (de la marihuana) ni las instituciones de salud pública”, me comentó una migrante que ha vivido en Colorado por 20 años.
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El estado ha sido uno de los principales laboratorios a nivel mundial de los efectos de la legalización de la marihuana, primero en una etapa de uso medicinal (entre 2009 y 2012) y después para uso recreativo (a partir de 2012).
Los detractores en ciudades latinoamericanas como las de México o Montevideo (Uruguay) han utilizado el ejemplo de Colorado para señalar los efectos dañinos que genera esta planta en las personas, mientras que sus promotores han destacado aspectos como la libertad, el potencial de negocios, los impuestos que puede generar, el golpe a la criminalidad y su contribución a la medicina.
Pero el impacto del uso de la marihuana en Colorado ha demostrado que hay mucho más variables que las consideradas en la mayoría de los debates sobre su legalización.
Uno de esos impactos ya lo mencionamos: hay un creciente número de jóvenes que están haciendo de la calle su casa y que las autoridades, en el mediano o largo plazos, deberán voltear a ver, forzosamente, con políticas públicas y recursos extraordinarios.
Otro de los efectos está en el segmento de quienes gustan de la marihuana, pero no vivir en la calle. Hablo en específico de una población que está migrando de otros estados a Colorado para hacer uso de la marihuana (los mayores de 21 años pueden llevar consigo hasta 28 gramos), detonando con ello un crecimiento anual de hasta 10% en los precios de la vivienda y un encarecimiento en la mayoría de los servicios en la ciudad.
Por supuesto que, como un negocio reciente y en auge, la marihuana ha creado nuevas empresas en Colorado. Algunos medios locales mencionan hasta 60 firmas relacionadas con esta actividad a enero de 2016. Sin embargo, los montos de impuestos recaudados no han sido los esperados. Los datos de 2014 hablan de 44 millones de dólares por impuestos generados por la venta de cannabis contra 70 millones de dólares que se estimaban para ese año.
¿Por qué hay más negocios de marihuana y menos impuestos de los esperados? Algunos ciudadanos de Denver consideran que esto se puede deber a que está aumentando la autoproducción en la ciudad —en lugar de comprar, muchos prefieren sembrarla en su casa—, al igual que la venta clandestina, situación que se traduce en una menor recaudación de impuestos.
Como puede observarse, y al igual que suele pasar con reformas económicas de alto impacto, la realidad sobrepasa las expectativas de defensores y detractores, y el de la marihuana en Colorado es uno de esos casos, por lo que su discusión en Latinoamérica requerirá más que debates simples en calles y congresos, y el hambre de cobrar más impuestos por parte de algunos gobiernos.
Fuente: Forbes