COLUMNA REAL POLITIK: SAMUEL CERVERA:
Cancún, Quintana Roo 21 de Septiembre del 2023:“Es más fácil imaginar el fin del mundo, que el fin del capitalismo” afirma, como si fuera una provocación para el intelecto, el filósofo esloveno Slavoj Zizek. No carece de veracidad, hay pocas voces que plantean una salida a lo que pareciera un callejón sin salida de la sociedad del hiperconsumo que está devastando el planeta, poniendo en riesgo nuestra existencia.
Nadie duda del fracaso del capitalismo, pero no nos atrevemos a plantear respuestas. Una de las promesas de la modernidad, una mejor calidad de vida para la mayoría de los integrantes de la especie humana no se cumplió, producimos la mayor riqueza en la historia, inclusive el doble de los alimentos que se requieren, pero existen millones de seres humanos en pobreza extrema sin nada para alimentarse en este momento. La desigualdad no se redujo, aumentó dramáticamente, aún más en los últimos 30 años, 80 individuos poseen tanta riqueza como 3,500 millones (sí, millones) de las personas más pobres.
Muchos especialistas argumentan que las enfermedades del siglo XXI son de origen psicológico, vinculado a vacíos emocionales, por lo menos en los países desarrollados. Depresión, ansiedad, además de trastornos más severos, todos ellos producto de sociedades de personas solitarias; producto de un hiper individualismo hedonista que ha roto todos los lazos comunitarios, planteando un absurdo antinatural. El ser humano es un primate gregario, colectivo, no un ente creado artificialmente para satisfacer las necesidades de acumulación masiva de capital de los grandes productores trasnacionales. Es el sueño de los industriales norteamericanos del siglo XX, vender infinitamente, que los pueblos produzcan y compren lo que producen, sin parar jamás. Aunque eso signifique un vacío existencial tan profundo que conduzca a distintas formas de suicidio.
Este ha sido el verano más caliente que se ha registrado, la gasolina, el gas natural, el bióxido de carbono están trasformando al planeta, destruyendo las condiciones que necesitamos para sostener nuestra existencia en la tierra. A esto se suma el plástico, el producto mágico que puede adquirir cualquier forma, fantástico para crear productos, terrible para la naturaleza. Los científicos advierten, ya con desesperación, que cada vez resulta más difícil dar marcha atrás, que el daño planetario no podrá revertirse, lo sabemos, pero estamos paralizados, la sociedad del hiperconsumo nos ha hipnotizado.
Hay tres posibles caminos ante esta realidad, el primero es irnos adaptando constantemente al desastre ambiental. Ya estamos en este sendero, es lo que hacen cientos de trabajadores de la hotelería al limpiar diariamente el sargazo que se acumula en las playas del Caribe Mexicano por la contaminación masiva de algún punto del Atlántico. O la gente de la Ciudad de México y otras mega urbes, que se han acostumbrado a regular sus actividades de acuerdo a la calidad del aire de ese día. La pasada experiencia de la pandemia de Covid 19 fue una adaptación del mismo tipo. Millones de personas tuvieron que adquirir el habito de usar cubrebocas, gel antibacterial, mantenerse en casa y otras medidas higiénicas como resultado de la intervención humana agresiva en el entorno natural. Este futuro sería de una constante modificación de conductas pero es un camino sin retorno, es el escenario apocalíptico en donde solo los muy ricos podrían pagar el acceso a entornos naturales y mutaciones genéticas para adecuarse a climas cada vez más hostiles, hasta que la existencia humana no pueda continuar.
La segunda vía es confiar en el instinto de supervivencia que poseemos y suponer que en algún momento preferiremos dar marcha atrás antes que suicidarnos, es un escenario post apocalíptico verde. En donde la raza humana decide abandonar los alcances de la modernidad y regresar a la forma de vida previa a esta. Es el escenario menos probable, nadie imagina que se abandonen los logros de la ciencia, la cultura y economía urbana para vivir de nuevo en granjas.
La tercera opción en realidad es la única viable aunque parezca difícil de materializar. Consiste en utilizar todo el conocimiento acumulado, tecnología y recursos para construir una forma de vida integrada al entorno natural y al mismo tiempo con calidad de vida para los millones de primates humanos. Es la construcción de una nueva utopía, partiendo de la realidad de que este es el único hogar que tenemos y nuestra estancia aquí debe de ser lo mejor posible, en este sentido el capitalismo excesivo actual no es razonable.
En los años sesenta surgió en Europa y Estados Unidos el concepto de ecosocialismo, en el contexto de la guerra fría era lógico que fuera ignorado por las principales corrientes intelectuales, tanto para la izquierda como para la derecha era un cuerpo teorico irreal. Tres décadas después, en America Latina surgieron varios movimientos sociales que volvieron a poner en la discusión la relación entre justicia social y medio ambiente, como el movimiento zapatista de Chiapas. En muchas comunidades de pueblos originarios a lo largo del continente se esta iniciando el experimento de producir recursos, distribuirlos y al mismo tiempo proteger el entorno. Es la creación de una lógica distinta: el biocentrismo.
El mundo esta regresando al modelo de economía mixta, en su variante de Estado de Bienestar social, puede ser el punto de partida ideal para crear sociedades que produzcan, generen innovaciones, distribuyan la riqueza, fomenten el humanismo y al mismo tiempo hagan al planeta más verde. La tecnología para reforestar nuestro mundo está disponible, miles de arquitectos y urbanistas de diferentes países trabajan para diseñar ciudades integradas a la naturaleza, los Chinos están realizando experimentos interesantes en lo que llaman la eco ciudad de Tianjin. En Canadá se ha dado a conocer el proyecto de una urbe ecológica llamada The Orbit. Muchas ciudades europeas buscan mejorar la calidad de vida de sus ocupantes disminuyendo la huella de carbono, hay profesiones enfocadas a este futuro, como ingeniería ambiental entre otras.
Los grandes proyectos sociales suenan irrealizables al principio, como el liberalismo en el siglo XVIII, la democracia en el siglo XIX y los derechos laborales al principio del XX, pero se convirtieron en realidad. De la misma forma el ecosialismo al inicio de esta centuria, pero es un tema que se debe poner en la discusión publica lo más pronto posible. Cambiar el paradigma antropocéntrico, la idea de que el mundo está ahí para satisfacer los deseos humanos, tomará tiempo, pero urge iniciar el dialogo en otro sentido, el de la importancia de la vida en todas sus expresiones: natural, animal y por supuesto la nuestra, que esta indisolublemente ligada a las demás. Distribución de la riqueza, salud y educación para la mayoría, en conjunto con un planeta reforestado y protegido. Productores con responsabilidad social y ambiental, trabajadores en los consejos directivos, materias primas biodegradables. La soledad actual solo se combate con compañía, con fraternidad, con humanismo. Es el porvenir ecosocial, usar el pensamiento y el sentimiento para imaginar un futuro prometedor, que no sea apocalíptico, que trascienda al actual capitalismo devastador, trascender, la esencia del espíritu humano.