La adicción a los videojuegos lleva siendo tema de discusión para la Organización Mundial de la Salud (OMS) desde 2014.
Tras incluirse cuatro años después en la undécima revisión de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-11), al año siguiente este nuevo listado fue aceptado durante la Asamblea Mundial de la Salud, en el marco de su septuagésima primera edición.
El llamado gaming disorder era incluido así, de modo oficial, dentro de la sección sobre trastornos mentales, del comportamiento o del desarrollo neurológico. “Se caracteriza por un patrón de comportamiento de juego persistente o recurrente”, define específicamente la OMS.
Durante el confinamiento por la pandemia de covid-19 se ha incrementado sensiblemente el tiempo dedicado al entretenimiento digital y, por consiguiente, el peligro de enganche.
Dejar de lado otras actividades –ya sean sociales, familiares o profesionales– para quedarse en casa y echarle horas a la consola o el ordenador es uno de los síntomas más significativos. Los afectados convierten el juego en una prioridad absoluta. También lo es perder la noción del tiempo que se pasan frente a la pantalla; en muchos casos, incluso sacrifican horas de sueño, lo que repercute en la salud mental y física del gamer.
Aunque de un buen uso del entretenimiento digital se desprenden multitud de efectos beneficiosos para la salud, algunos títulos esconden mecanismos que bordean el mero juego e incentivan la ludopatía y la adicción, como son las loot boxes o cajas de botín. Su funcionamiento es aparentemente sencillo: mediante un pago con dinero real, el usuario consigue contenido –armas, armaduras o un nuevo atuendo o apariencia para el personaje, por ejemplo– dentro del videojuego.
La clave de todo está en que nunca eliges lo que recibes: las recompensas únicamente se distinguen por su grado de calidad. El resultado es que, debido a la aleatoriedad del sistema, este acaba convirtiéndose en una suerte de tragaperras camuflado. Sus consecuencias para niños y adolescentes, consumidores más frecuentes del entretenimiento digital –y especialmente vulnerables a estos mecanismos–, derivarían en la adicción.
Sophia Achab, directora del programa sobre comportamientos adictivos en el Hospital Universitario de Ginebra (Suiza), ha destacado el aumento constante en el número de personas que padecen trastornos relacionados con este tipo de ocio. Y también de la proporción creciente de varones jóvenes: “43 de nuestros 110 pacientes con adicción a internet son principalmente adictos a los juegos. Entre ellos hay cuarenta niños u hombres jóvenes, y solo tres niñas”, ha concretado Achab.
Además, la experta advierte del peligro que entrañan las mencionadas cajas de botín. “Su búsqueda empuja al usuario a continuar jugando para lograr victorias reales o virtuales”, ha señalado.
FUENTE: Muy Interesante