El gobierno estadounidense asegura haber completado el envío de seis aviones de deportados más allá de sus fronteras en un solo día, cuatro a México y dos a Guatemala, pese a rumores no confirmados de que la administración de Claudia Sheinbaum habría rechazado el primero.

Según la portavoz de la Casa Blanca, Karolina Leawitt, México aceptó el «récord» de cuatro aviones llenos de deportados, «que se suma a las devoluciones sin restricciones en la frontera terrestre, la deportación de no mexicanos y el restablecimiento de la ley Quédate en México». En total, 2.000 mexicanos regresados a la fuerza a su país por aire y tierra.

Desde el minuto 1, Trump ha situado al país azteca en el punto de mira de su gigantesca diana, que adelanta la subida de los aranceles del 25% para febrero, la militarización de la frontera con la llegada de 1.500 marines, el torpedo que intenta impedir la declaración de ciudadanía para los hijos de los emigrantes y la imposición en sus mapas propios del nombre «Gulf of America» en vez del actual Golfo de México, una medida en la que los más malpensados avizoran futuros reclamos de zonas petroleras.

«Se hicieron promesas y se mantienen las promesas», aclaró Tammy Bruce, portavoz del Departamento de Estado, que además se congratuló por la «exitosa alianza» con México que «está ayudando a hacer nuestra región segura de nuevo».

Finalmente los mexicanos han comprobado, y a qué precio, cómo las bravatas durante meses de Donald Trump se han convertido en una metralleta de acciones impactantes. La respuesta inicial de Sheinbaum es mantener la «cabeza fría», además de una serie de programas para acoger a los deportados, en los que se incluyen carpas gigantescas como la levantada en Ciudad Juárez en las últimas horas.

La Cancillería mexicana insistió en que tratándose de repatriaciones, «siempre aceptaremos con los brazos abiertos la llegada de mexicanos a nuestro territorio». Para ello se ha puesto en marcha el plan México te abraza.

El gobierno de Sheinbaum calificó como «muy buena relación» la que mantiene con Washington, tanto con Biden como ahora con Trump. De hecho, los vuelos de deportación son una práctica extendida: en el segundo semestre del año pasado se realizaron más de 800 vuelos, con unos 271.000 deportados de distintas nacionalidades.

«Al parecer, las acciones de Trump se piensan atajar con un muro de saliva», se quejó a EL MUNDO el analista Pablo Cícero, que puso como ejemplo de las maniobras políticas en contra de la diáspora mexicana el cierre de la oficina de enlace del gobierno con la comunidad yucateca (Yucatán, en el sureste del país) en San Francisco, la más grande en EEUU. Mayatown, como se la conoce en la ciudad californiana por el origen maya de los yucatecos.