En medio del crecimiento del uso de drones con explosivos por parte del crimen organizado en México, un presunto exintegrante del Cártel Jalisco Nueva Generación (c) dio a conocer cuánto ganaba por operar esta tecnología bélica y cómo era su vida dentro de una de las células más violentas de la organización.
El joven, identificado como “Lima”, compartió su testimonio en el podcast “Zona de Guerra”, conducido por el youtuber Gafe423. A diferencia de otros casos, su entrada al CJNG no fue por necesidad económica, sino por una búsqueda de reconocimiento.
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“No lo hice por dinero, quería sentirme parte de algo”, dijo en la entrevista.
Sueldos por niveles en el crimen organizado: desde la venta de droga hasta los drones
Lima explicó que comenzó su camino criminal vendiendo droga en la calle, donde podía generar entre $3,000 y $12,000 pesos diarios, dependiendo del volumen y la zona. Pero cuando fue reclutado formalmente por el CJNG, su salario se estabilizó en:
$8,000 pesos semanales al inicio; $12,000 semanales durante el entrenamiento con armas en la sierra y hasta $28,000 pesos por semana al integrarse al grupo élite de los droneros.
Este grupo era parte de las llamadas Fuerzas Especiales Mencho, compuesto por aproximadamente 15 integrantes. Su misión era operar drones armados con explosivos para atacar a cárteles rivales y fuerzas de seguridad.
Vida bajo control, castigos y pagos en efectivo
Lima contó que vivían encerrados, sin poder salir de la zona, y cualquier descuido (como perder un dron o fallar una guardia) se pagaba caro. El dinero llegaba en efectivo, pero siempre bajo una amenaza constante: todo podía terminar en segundos.
Aunque logró salir del cártel con el “permiso” de su comandante, las secuelas psicológicas lo persiguen. Lima sufre paranoia, ansiedad, insomnio y crisis detonadas por elementos tan simples como el sabor de un alimento que le recuerda a su entrenamiento.
¿Qué se sabe del uso de drones por parte del crimen organizado?
El uso de drones con explosivos ha aumentado en estados como Jalisco, Michoacán y Guerrero. Estos aparatos permiten a los cárteles atacar desde la distancia, dificultando la respuesta inmediata de las autoridades. Además, su operación requiere entrenamiento técnico, lo que ha dado paso a la formación de células especializadas, como en el caso de Lima.
Las autoridades han asegurado varios drones con adaptaciones caseras en operativos recientes, aunque detener a los operadores continúa siendo un desafío por su movilidad y anonimato.
Fuente: Las Verdad Noticias