La inclusión financiera en México ha mostrado un notorio avance en los últimos tres años, según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024 publicada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). En este periodo, la tenencia de productos financieros en la población de entre 18 y 70 años aumentó 8.7 puntos porcentuales respecto a 2021, alcanzando un 76.5%. Esto significa que 8 de cada 10 mexicanos cuentan con al menos una cuenta de ahorro, crédito, seguro o afore.
La inclusión financiera se refiere al acceso y uso de servicios financieros formales por parte de la población. Su importancia radica en que facilita la administración del dinero, promueve el ahorro y el acceso al crédito, y reduce la vulnerabilidad económica de los ciudadanos. En este sentido, los datos de la ENIF 2024 permiten evaluar el impacto de las políticas públicas y diseñar estrategias para mejorar la educación financiera en el país.
El informe destaca diferencias en la expansión del acceso financiero por regiones. La mayor alza se registró en la región centro sur y oriente, donde el porcentaje de personas con productos financieros creció 14.1 puntos porcentuales. En el noroeste, el incremento fue de 8.9 puntos, mientras que en el noreste se registró un aumento de 7.9 puntos. Esto evidencia un proceso de bancarización acelerada en diversas zonas del país, impulsado en parte por la digitalización de los servicios financieros y el crecimiento del comercio electrónico
Otro hallazgo relevante es el aumento del uso de herramientas digitales para la gestión financiera. El porcentaje de personas con cuentas contratadas por internet o aplicaciones no bancarias aumentó 7.6 puntos porcentuales desde 2021. Además, el 69.1 % de quienes tienen cuenta de ahorro formal realizan operaciones mediante aplicaciones móviles, reduciendo el uso de sucursales bancarias y cajeros automáticos.
El economista y especialista en mercados financieros, Rodrigo Estrada, señala que el crecimiento de la inclusión financiera es positivo, pero advierte sobre los desafíos que implica. “Es fundamental acompañar este avance con educación financiera para que la población utilice estos servicios de manera responsable. Un mayor acceso al crédito, por ejemplo, puede ser una herramienta de crecimiento económico o convertirse en un problema de sobreendeudamiento si no se maneja adecuadamente”, explicó.
Algunos retos por enfrentar
Si bien la inclusión financiera ha crecido, persisten retos como la brecha de género: el 80.9 % de los hombres tienen al menos un producto financiero, frente al 72.8 % de las mujeres. Asimismo, la cobertura de seguros sigue siendo baja, con solo el 22.9 % de la población protegida, lo que resalta la necesidad de fomentar la cultura de prevención.
De esta manera, los resultados de la ENIF 2024 reflejan un avance importante en la bancarización de los mexicanos, impulsado por la digitalización y el acceso a nuevas tecnologías financieras. Sin embargo, es crucial fortalecer la educación financiera y garantizar que este crecimiento se traduzca en un uso responsable de los servicios financieros, evitando riesgos de sobreendeudamiento y exclusión de sectores vulnerables. La tarea ahora es consolidar estos avances y garantizar que la inclusión financiera beneficie a toda la población por igual.
INDÍGENAS Y AFRODESCENDIENTES SE ESTÁN QUEDANDO ATRÁS
A pesar del crecimiento en la inclusión financiera en México, la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024 revela marcadas diferencias según características sociodemográficas. Mientras que el 78.4 % de la población afrodescendiente y el 77.4 % de las personas con discapacidad tienen acceso a algún producto financiero, solo el 58.2 % de los hablantes de lenguas indígenas cuenta con un servicio financiero formal. Este rezago no solo representa un reto en términos de equidad, sino que también tiene implicaciones profundas en la economía nacional.
¿Por qué persisten estas brechas?
Las diferencias en acceso a servicios financieros responden a múltiples factores estructurales y sociales. Carlos Pineda, economista y especialista en inclusión financiera, explica que el acceso limitado a la infraestructura bancaria en comunidades indígenas es una de las principales barreras. “Muchas localidades carecen de sucursales bancarias y cajeros automáticos, lo que hace que la población dependa del efectivo y evite el uso de productos financieros formales”, señala.
Otro factor es el desconocimiento o desconfianza hacia las instituciones financieras. “La falta de educación financiera y la barrera del idioma son determinantes. Muchas personas hablantes de lenguas indígenas no tienen acceso a información clara en su lengua materna, lo que dificulta el entendimiento de los beneficios y riesgos de los productos financieros”, agrega Pineda.
A esto se suma la informalidad laboral. En sectores donde predominan las economías informales, como el comercio rural o la agricultura de autoconsumo, los ingresos irregulares y la ausencia de registros formales dificultan la apertura de cuentas bancarias o el acceso a créditos.
Impacto en la economía nacional
Las brechas en inclusión financiera no solo afectan a quienes se encuentran fuera del sistema, sino que tienen un impacto en la economía general del país. “Cuando un sector significativo de la población no tiene acceso a productos financieros, se limita la capacidad de ahorro e inversión, lo que frena el crecimiento económico y la movilidad social”, afirma el especialista.
El uso limitado de servicios financieros también reduce la formalización de pequeñas empresas y emprendimientos, restringiendo su acceso a créditos que podrían impulsar su crecimiento. Además, la dependencia del efectivo aumenta la vulnerabilidad ante robos y dificulta la transparencia en las transacciones económicas.
Para reducir esta brecha, expertos sugieren fortalecer la educación financiera en lenguas indígenas, ampliar la cobertura de servicios digitales y fomentar productos diseñados para poblaciones con ingresos variables. La implementación de estrategias específicas para estos sectores no solo mejoraría su bienestar económico, sino que también fortalecería el desarrollo financiero del país en su conjunto.
EL EFECTIVO VA PERDIENDO TERRENO
En los últimos tres años, los hábitos de pago en México experimentaron una transformación notoria. Según la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024, el uso del efectivo disminuyó de manera notable, mientras que los pagos electrónicos, especialmente las transferencias bancarias, ganaron preferencia entre la población, lo querefleja una mayor confianza en la digitalización financiera y responde a factores como la accesibilidad tecnológica, la seguridad y la conveniencia de los pagos sin efectivo.
De acuerdo con la ENIF, el pago en efectivo sigue siendo el método más utilizado en compras menores y mayores a 500 pesos. Sin embargo, su predominio ha disminuido, especialmente en compras de mayor valor. El crecimiento más notable se ha registrado en el uso de transferencias bancarias y aplicaciones móviles, con un aumento de 4.8 puntos porcentuales en transacciones superiores a 500 pesos en comparación con 2021.
Este cambio de hábitos está relacionado con el incremento en la adopción de tecnologías financieras. Fernando Morales, analista de mercados digitales, explica que las plataformas bancarias y fintech han jugado un papel clave en esta transición. “La facilidad para realizar transferencias desde una aplicación móvil, sin necesidad de acudir a un banco o manejar efectivo, ha impulsado su uso. Además, muchos comercios han comenzado a aceptar pagos digitales para reducir riesgos y agilizar operaciones”, señala.
Uno de los principales motores de este cambio es la mayor penetración de internet y smartphones en el país. La ENIF 2024 destaca que el 69.1 % de los mexicanos con cuenta de ahorro formal ya utiliza aplicaciones móviles para consultar o realizar movimientos financieros, un aumento significativo respecto a 2021.
Asimismo, la pandemia de Covid-19 aceleró la adopción de pagos sin contacto, pues los consumidores y comercios buscaron opciones más seguras e higiénicas. La promoción de herramientas como CoDi (Cobro Digital) también ha incentivado las transacciones electrónicas, aunque su adopción aún es baja.
FUENTE: LA VERDAD