Cuando Lilith Saori desapareció en Puerto Escondido, Oaxaca, las autoridades no respetaron su identidad de género, ya que en los primeros boletines imprimieron su nombre legal: Ángel.
A dos años y cinco meses de su ausencia, su madre exige justicia y respeto para su hija. “A las fiscalías no les interesan las personas de la comunidad y menos las personas transgénero, (…) voy a marchar las veces que sean necesarias, voy a hacerla visible (…). Han sido siete ministerios públicos y hasta ahorita no hay una hipótesis de lo que sucedió”, dice Joana Alvear.
La mamá de Lilith, buscadora independiente, lamenta las deficiencias de las autoridades, así como la revictimización y estigmas que han marcado la carpeta de su hija de 21 años.
“El propio personal de la fiscalía de Puerto Escondido me quitó la oportunidad de que entrara la comisión de búsqueda estatal, sabiendo que ellos hacían búsqueda de campo, reparten cédulas de búsqueda e inclusive en ese momento había un equipo que hacía búsqueda en el mar. Ellos en ningún momento tuvieron la intención de encontrar a Lilith”, menciona.
El 2 de enero de 2023, Lilith Saori Arreola Alvear desapareció en Zicatela, y desde los primeros días intentaron extorsionar a su madre en varias ocasiones. Pero ella estaba decidida a encontrar a su hija.
Joana menciona que nadie le avisó que había desaparecido, hasta que lo vio en redes sociales. Su hija fue de vacaciones con su pareja y amigos. Al cuestionarlos, le explicaron que había discutido con su pareja, abandonó el hotel y la perdieron de vista.
“Me decían cosas como si habláramos de una mascota, porque yo entiendo que un perrito se te pueda perder, pero una persona no”. señala.
Su pareja levantó la denuncia en la fiscalía local y con la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) de forma anónima, dos días después. Aunque contactaron al padre de Lilith, este no mostró interés en buscarla pues siempre la rechazó y no aceptaba su identidad de género.
“Jamás estás preparado (…) No sabes cómo actuar, no sabes qué hacer. En ese momento mi mente estaba enfocada en viajar, en ir a pegar boletines. El agente investigador nos dijo que como padres tuvimos la culpa por no haber sabido educar a Lilith. [Y] a pesar de que la revictimizó, nunca hizo su trabajo”, denuncia Joana.
Dos semanas después de la desaparición, se le notificó que habían hallado un cuerpo en el mar con las características de su hija, y en mes y medio el investigador dejó el caso con la excusa de que tenía sobrecarga de trabajo. “Vi fotos de dos cuerpos (…) de personas que se ahogaron, pero no era ella”.
A pesar de los intentos de las autoridades por borrar la identidad de Lilith, su madre asegura que nunca voltearía si no la llaman por el nombre que eligió.
Agrega que la joven estaba en transición y legalmente quiso cambiar su nombre, pero comenzó la pandemia de Covid-19 y no pudo concluir el trámite.
Joana lamenta que las fiscalías carezcan de empatía y sean indolentes con las personas de esta comunidad.
“Ella, donde quiera que esté, que me lea, que me escuche, que vea cuando grito su nombre, porque yo no me voy a apagar. Lilith existe y yo la voy a hacer visible”.