Los jóvenes están preocupados por lo que llaman “un apocalipsis climático inminente”, reveló un estudio.
De acuerdo con un estudio realizado por investigadores del Yale-NUS College en Singapur y liderado por Matthew Schneider-Mayerson, los jóvenes no quieren tener hijos por miedo al cambio climático.
El estudio, publicado en la revista Climatic Change, la investigación explica que los encuestados mostraron una real preocupación por el bienestar de sus posibles hijos en un escenario parecido a un apocalipsis causado por uninminente cambio climático.
¿Cómo se realizó el estudio?
Para el estudio, los expertos analizaron a 607 personas de entre 27 y 45 años, de los cuales 400 se mostraron pesimistas ante el futuro. Mientras que el 92 por ciento anticipó un porvenir negativo para el planeta.
En cuanto al resto, un 5,6 por ciento dijo ser neutral y sólo un 0,6 demostró optimismo. Por su parte, otro 6 por ciento confesó tener algún remordimiento por tener hijos.
“El mundo será un infierno de invernadero, con guerras por recursos limitados, civilización colapsada, agricultura en decadencia, mares crecientes, glaciares derretidos, hambre, sequías, inundaciones, deslizamientos de tierra y debastación generalizada”, señaló un padre de 42 años.
Esto surge, debido a que no se sentirían tranquilos de traer a un niño a este mundo, obligándolo a sobrevivir en condiciones apocalípticas, según contó uno de los entrevistados de 27 años.
Además el estudio también encontró que una parte considerable de los jóvenes están dispuestos a adoptar, en vez de tener sus propios hijos biológicos.
Debido a que “primero me comprometí a no traer hijos a este mundo condenado, pero luego conocí a mi esposo y me enamoré y los quería”, narró otro hombre de 38 años. Y agregó: “Me han traído tanta alegría, pero me siento muy culpable por ello. No quiero que tengan que sufrir por el futuro que los humanos han creado para ellos”.
Por su parte, aunque Matthew Schneider-Mayerson admitió que se necesitan más investigaciones al respecto, también dijo que se percató de que los temores sobre la vida de los niños existentes o potenciales eran realmente profundos y emocionales y “a menudo resultaba desgarrador analizar las respuestas con detenimiento.
FUENTE: Quinta Fuerza