En entrevista con Excélsior, Rafael Garayoa, coordinador del proyecto, aseguró que como parte de estas acciones también se busca crear una nueva cadena de valor, pues va a requerir de autopartes especializadas y la fabricación de baterías de litio, por lo que al final del sexenio esperan que al menos el 65% de cada unidad ensamblada sea de contenido nacional.
Si bien México cuenta con capacidades de manufactura básicas como inyección de plásticos y estampado de metal, la empresa reconoce que, para componentes más complejos como baterías y motores, será necesario desarrollar nuevas líneas de producción y cadenas de valor.
“Si tenemos la batería y el tren de potencia en México, ya prácticamente estamos del otro lado. Estamos trabajando en abrir esas líneas de desarrollo”.
Dijo que este, el vehículo tendrá tecnología “of the shelf”, es decir, productos que están disponibles para su compra inmediata y no requieren ser fabricados.
En el caso de las baterías de litio, que representarán el 40% del costo de cada unidad, dijo que van a ensamblar a partir de una celda ya existente.
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Es así que, para lograr el desarrollo de las cadenas de valor, no solo está trabajando de manera conjunta con la industria de autopartes para desarrollar estos componentes y competir a nivel de costos con las piezas asiáticas, sino que también espera resultados de Litio MX.
“Parte de la responsabilidad del Litio MX es desarrollar la cadena de valor del litio”.
Dijo que se van a tratar de vehículos compactos, destinados al mercado del transporte de pasajeros, última milla y particular, los cuales tendrán un costo de entre 90 mil y 150 mil pesos, por lo que será un producto rentable y autosuficiente, sin depender de subsidios.
La empresa, que se constituirá como una entidad público-privada con participación mayoritaria del gobierno, se encuentra en una fase crucial de ingeniería para definir los precios finales.
Dijo que será en seis meses cuando se determine dónde se ubicará la planta, aunque por el momento están trabajando de cerca con Sonora en el tema de baterías e incluso con Puebla y Ciudad Sahagún, pero aún no hay nada definido.
“Hay varias opciones. Pero primero necesitamos ver cómo se ve el vehículo, qué procesos requiere, qué tipo de infraestructura vamos a desarrollar, y luego ver dónde hace sentido ponerla”.
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No descartan la exportación
Aunque el mercado principal de Olinia es México, en una segunda fase la empresa tiene una visión más amplia, pues los modelos están diseñados para circular en las zonas urbanas de América Latina, por lo que la exportación es una posibilidad a mediano plazo.
Mencionó que la empresa será rentable, pues el objetivo es que tenga mercado y no dependa de un “subsidios o ayuda proveniente del gobierno para subsistir”.
En cuanto a la estrategia de lanzamiento, Olinia tendrá dos etapas: en un principio se enfocará en el sector comercial, ofreciendo vehículos de pasajeros y de mercancías, para después expandirse al sector privado.
«La visión de la presidenta y de todos los que estamos en el proyecto es que este sea un proyecto transexenal y no solamente un proyecto, sino que se vuelva parte de nuestra identidad y cultura nacional».
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