El Senado encontró una fórmula para poner fin al uso discrecional de los cerca de mil 500 millones de pesos que reciben sus legisladores, vía los grupos parlamentarios, con la utilización de una tarjeta de débito que permitirá conocer todo el dinero que recibe cada uno de ellos y las veces que lo utilizan, ya sea para retirarlo en efectivo o para hacer pagos electrónicos.
Sin embargo, la medida ya causó polémica entre algunos legisladores, quienes consideran que este mecanismo no les permite la atención a los grupos sociales que se acercan a ellos por ayuda, pues no hay forma de justificar la entrega de ese dinero en efectivo.
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Desde la semana pasada, la Junta de Coordinación Política del Senado recibió la propuesta, producto del análisis obligado a raíz de la reforma constitucional en materia de transparencia y rendición de cuentas, pero son los coordinadores administrativos de cada grupo parlamentario quienes valoran la forma de aplicarlo.
De acuerdo con la información a la que Excélsior tuvo acceso, la explicación proporcionada a los integrantes de la Junta de Coordinación Política (Jucopo) establece que la aplicación de estas disposiciones, que giran en torno a la tarjeta de débito, significa una verdadera innovación; es decir, los senadores serán los primeros integrantes de un cuerpo legislativo en controlar el gasto con este tipo de medidas.
El mecanismo que se analiza ahora, para que sea la tarjeta de débito la que permita el control de los gastos, establece que los senadores deberán justificar sus gastos a su coordinador parlamentario, pero cada uno de los 128 senadores será responsable directo del dinero que se le deposita en la tarjeta y de su justificación plena.
En julio pasado, Excélsior informó que, en sólo nueve años, los grupos parlamentarios en el Senado recibieron subvenciones por seis mil 128 millones de pesos, en especial a partir del 2012, cuando sus ingresos comenzaron a incrementarse de manera considerable hasta ser, ahora, 286% superiores a los ejercidos hace dos legislaturas.
A lo largo de este periodo pasaron de la entrega de 335 millones 400 mil pesos anuales, en 2006, a mil 295 millones 633 mil 229 pesos durante todo el año pasado; es decir, sus ingresos crecieron 960 millones 233 mil 229 pesos, que implican una mejora de 286.29%, principalmente a partir del año 2012, cuando comenzó la LXII Legislatura y el Senado contó con más recursos derivados de la cancelación de pago de rentas de los inmuebles que ocupaba cuando no tenía una sede propia para todas sus oficinas.
De manera paulatina, la administración central del Senado ha sacado de la zona de rendición de cuentas directas de la institución gran parte de los millones de pesos que entrega a los senadores para el funcionamiento de la institución y las ha enviado al dinero que se entrega a los grupos parlamentarios, los cuales no tienen obligación a rendir cuentas, pese a la reforma constitucional, porque una norma aprobada por ellos les permite establecer que la Auditoría Superior de la Federación no puede entrar a los gastos de las bancadas.
Originalmente los grupos parlamentarios sólo debían administrar los millones de pesos que reciben por costo senador; es decir, se les da un presupuesto con base en el número de integrantes que tienen.
Después, se canalizó ahí el monto, también en millones, que se entrega a las comisiones de trabajo; luego se decidió que el dinero que se gasta el Senado en el pago de los traslados de los senadores, dos veces por semana, de sus estados de origen al DF, también fueran para los grupos parlamentarios y ahora se analiza entregarles el dinero a los grupos para los viajes internacionales.
La elaboración de invitaciones, el traslado de los invitados, la placa en bronce para dar cuenta de la remodelación de la vieja casona de Xicoténcatl, la propia modificación al edificio de su antigua sede y el uso de la tecnología para mostrar imágenes en el tercer informe de su Mesa Directiva, costó al Senado 11.5 millones de pesos.
Con base en la información oficial obtenida por Excélsior, para la ceremonia realizada el 18 de agosto pasado, que se programó para mostrar al país el nuevo rostro de la vieja casona de Xicoténcatl, el Senado invirtió hasta el momento diez millones 939 mil pesos en las obras, las cuales todavía siguen y su costo final aún no es oficial.
La placa de bronce que dio cuenta de que ese día se mostró el nuevo diseño del edificio, ya apegado a su arquitectura original, costó 38 mil 500 pesos; la cortinilla que la cubrió y se movió en el momento cumbre de la inauguración costó seis mil pesos; en total, la placa implicó una erogación de 51 mil 620 pesos, ya con impuestos.
Aunque se mandaron a imprimir 500 invitaciones, con sus respectivos sobres y etiquetas de identificación, que implicaron 46 mil 400 pesos, el Senado sólo alquiló 350 sillas Tiffany de madera para colocarlas en el ahora amplísimo patio central de Xicoténcatl, que tuvieron un costo de 29 mil 750 pesos.
La relación de gastos no muestra el costo del grupo de cuerdas que amenizó la primera parte de la ceremonia ni el del grupo musical que cerró el evento.
El alquiler de los autobuses para trasladar a los invitados implicó un pago de 41 mil pesos; la producción en video de las opiniones en torno al trabajo del Senado fueron otros 398 mil 326 pesos y el cocktail significó una erogación de 46 mil 400 pesos. El proyecto de remodelación de Xicoténcatl costó un millón 799 mil 767 pesos y las obras realizadas hasta ese momento otros nueve millones 139 mil 769.38 pesos; es decir, un total de diez millones 939 mil 536.88 pesos.
La Mesa Directiva gasta 11.5 mdp en 3er. informe
La elaboración de invitaciones, el traslado de los invitados, la placa en bronce para dar cuenta de la remodelación de la vieja casona de Xicoténcatl, la propia modificación al edificio de su antigua sede y el uso de la tecnología para mostrar imágenes en el tercer informe de su Mesa Directiva, costó al Senado 11.5 millones de pesos.
Con base en la información oficial obtenida por Excélsior, para la ceremonia realizada el 18 de agosto pasado, que se programó para mostrar al país el nuevo rostro de la vieja casona de Xicoténcatl, el Senado invirtió hasta el momento diez millones 939 mil pesos en las obras, las cuales todavía siguen y su costo final aún no es oficial.
La placa de bronce que dio cuenta de que ese día se mostró el nuevo diseño del edificio, ya apegado a su arquitectura original, costó 38 mil 500 pesos; la cortinilla que la cubrió y se movió en el momento cumbre de la inauguración costó seis mil pesos; en total, la placa implicó una erogación de 51 mil 620 pesos, ya con impuestos.
Aunque se mandaron a imprimir 500 invitaciones, con sus respectivos sobres y etiquetas de identificación, que implicaron 46 mil 400 pesos, el Senado sólo alquiló 350 sillas Tiffany de madera para colocarlas en el ahora amplísimo patio central de Xicoténcatl, que tuvieron un costo de 29 mil 750 pesos.
La relación de gastos no muestra el costo del grupo de cuerdas que amenizó la primera parte de la ceremonia ni el del grupo musical que cerró el evento.
El alquiler de los autobuses para trasladar a los invitados implicó un pago de 41 mil pesos; la producción en video de las opiniones en torno al trabajo del Senado fueron otros 398 mil 326 pesos y el cocktail significó una erogación de 46 mil 400 pesos. El proyecto de remodelación de Xicoténcatl costó un millón 799 mil 767 pesos y las obras realizadas hasta ese momento otros nueve millones 139 mil 769.38 pesos; es decir, un total de diez millones 939 mil 536.88 pesos.