La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, quedó a un paso de ser destituida, después que el Senado decidiera someterla a un juicio final en medio de una disputa política feroz, con ecos hasta en los estadios olímpicos.
Una mayoría de 59 senadores por 21 aprobó en la madrugada de este miércoles la continuidad del proceso de impeachment o juicio político contra Rousseff, convirtiéndola en rea por presunta manipulación del presupuesto del gobierno para encubrir problemas fiscales.
Está previsto que el juicio definitivo se inicie en la última semana de agosto, poco después del fin de las Olimpiadas en curso en Río de Janeiro.
Si Rousseff resulta condenada por al menos dos tercios del Senado, perderá definitivamente el cargo y Michel Temer, que la reemplaza interinamente, será confirmado como presidente de Brasil hasta fin de 2018.
La inusual situación política que vive Brasil en estos días, con dos presidentes impopulares a la vez, se ha visto reflejada en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.
Las fuerzas de seguridad retiraron el fin de semana a espectadores que exhibían la frase «Fuera Temer» en competencias olímpicas, con el argumento de que los mensajes políticos no están permitidos allí.
Pero eso generó polémica, un juez federal permitió en la noche del lunes las manifestaciones políticas «pacíficas» en las Olimpiadas, y este martes hubo expresiones en contra y a favor de Temer en tribunas de Río 2016.
¿Crimen sí o no?
Durante una reciente entrevista con BBC Mundo en la residencia presidencial donde permanece, Rousseff rechazó las acusaciones en su contra y descartó la posibilidad de renunciar.
«Cuando tienes un juzgamiento de un presidente sin crimen de responsabilidad, nada más oportuno que ese presidente gentilmente salga de la pauta. No renuncio«, sostuvo la presidenta que fue suspendida en mayo y pertenece al izquierdista Partido de los Trabajadores (PT).
Rousseff insistió en que hay un «golpe» en su contra, como dijeron legisladores afines a ella el martes en la maratónica sesión del Senado conducida por el presidente de la Corte Suprema brasileña.
«Una presidenta legítimamente electa está siendo apartada sin los hechos (que exige la Constitución) para que eso ocurra», sostuvo el abogado defensor de Rousseff, José Eduardo Cardozo.
Pero la mandataria fue acusada por senadores como Simone Tebet, del Partido del Movimiento Democrático (PMDB) de Temer, de articular una «contabilidad creativa» para exhibir una situación económica irreal, cometiendo un crimen de responsabilidad.
«Ella ya no merece gobernar Brasil, porque llevó a Brasil al desastre en que se encuentra», afirmó Miguel Reale Junior, uno de los juristas autores del pedido de impeachment.
«Sangría» e impopularidad
Diferentes proyecciones señalan como muy probable que Rousseff será condenada al final del juicio político, lo que le impediría ejercer cargos electos por ocho años.
Pero eso difícilmente acabará con la crisis política que vive Brasil, con una profunda recesión económica y un gigantesco escándalo de corrupción en la petrolera estatal Petrobras, que involucra a miembros del PT, del PMDB y otros partidos.
Encuestas recientes sugieren que tres de cada cinco brasileños prefieren que se celebren nuevas elecciones antes que dejar como presidente a Temer, quien impulsa un giro conservador del gobierno.
La impopularidad de Temer quedó de manifiesto en la ceremonia de apertura de las Olimpíadas el pasado viernes, cuando fue abucheado al hablar por unos segundos en el estadio de Maracaná.
Aunque la abogacía general del Estado brasileño y el comité Río 2016 anunciaron el martes que recurrirían la decisión preliminar de la justicia que ampara las protestas en los estadios olímpicos, finalmente desistieron.
El mismo día hubo gritos y carteles de «Fuera Temer» en el estadio de Brasilia donde se disputó un partido de fútbol femenino olímpico entre Alemania y Canadá, aunque también hubo quienes corearon el nombre del presidente interino.
Temer ya ha perdido tres ministros mencionados en escándalos de corrupción y enfrenta denuncias que lo salpican.
La revista Veja informó que ejecutivos de la constructora Odebrecht aseguraron a los investigadores del caso Petrobras, en el marco de un preacuerdo de delación, que Temer pidió a la empresa más de US$3 millones para campañas de su partido.
El diario Folha de S.Paulo publicó el martes un editorial analizando estas y otras sospechas que afectan al gobierno interino, bajo un título sugestivo: «La sangría continúa».
FUENTE: BBC MUNDO