La comunidad de Ramonal, ubicada a 30 kilómetros de Chetumal, encendió las alarmas por la creciente presencia del pez diablo (Hypostomus plecostomus) en cuerpos de agua dulce del sur del estado.
En una reciente jornada comunitaria, lograron capturar 500 ejemplares en apenas 48 horas, lo que confirma la velocidad de propagación de esta especie invasora que amenaza a peces nativos con alto valor ecológico y económico.
Una invasión silenciosa con impacto creciente
El pez diablo fue detectado por primera vez en el Río Hondo en 2013. Desde entonces, ha colonizado la bahía de Chetumal, Calderitas, Laguna Guerrero, Buenavista y Pedro Antonio de los Santos, en Bacalar.
También se ha documentado su presencia en cuerpos de agua cercanos a Felipe Carrillo Puerto y la Laguna de Mariscal.
Este avance refleja su capacidad de adaptación y el riesgo que representa para ecosistemas frágiles.
El crecimiento exponencial de su población implica una presión directa sobre especies nativas, muchas de las cuales están disminuyendo de forma alarmante.
Forman grupo especializado para contener su avance
Para enfrentar esta problemática, se creó un grupo especializado integrado por instituciones como el Instituto de Biodiversidad y Áreas Naturales Protegidas de Quintana Roo (Ibanqroo), el Instituto Tecnológico de Chetumal (ITCH), la Universidad de Quintana Roo (UQROO), así como autoridades estatales, municipales y comunidades ribereñas de Othón P. Blanco, Bacalar y Felipe Carrillo Puerto.
El objetivo principal es coordinar acciones de monitoreo, captura y análisis científico. Según Miguel Mateo Sabido Itzá, del área de Áreas Naturales Protegidas, aunque el problema no es nuevo, su impacto se volvió más evidente tras el hallazgo de la especie en la Laguna de Bacalar en febrero de este año.

Alteración ecológica y amenaza a la pesca
Investigadores como Jacobo Schmitter Soto, de El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), advierten que el pez diablo excava túneles que erosionan las riberas, alteran la calidad del agua y remueven sedimentos. Además, compite por alimento y espacio, afectando la reproducción de especies nativas.
De no establecerse un control eficaz, el sur de Quintana Roo podría replicar casos como los de otras regiones del país donde el pez diablo domina hasta el 90% de las capturas pesqueras.
Comunidad de Ramonal, al frente sin suficientes recursos
Para la comunidad de Ramonal, esta especie representa un problema real y cotidiano. “Las especies que antes veíamos como la bocona, la cabezona y la pinta, ahora son raras”, lamenta Joana Cab, habitante local.
A pesar de recibir capacitación básica para identificar y registrar ejemplares, la situación los supera.
“En dos o tres días llegamos a capturar hasta 500 ejemplares”, comentó. Sin alternativas oficiales para su aprovechamiento, optan por enterrarlos y usarlos como abono.
Sin embargo, advierten que sus recursos no son suficientes para mantener las brigadas y solicitan mayor apoyo gubernamental.
Cab también hizo un llamado a la población para no liberar estos peces en cuerpos de agua: “Muchas personas los sueltan cuando crecen en sus peceras, y así se sigue propagando el problema”, advirtió.
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Estrategias aún insuficientes
Las acciones impulsadas por Ibanqroo incluyen capturas dirigidas y recorridos nocturnos en zonas críticas como Cocalitos y Buenavista, en Bacalar.
Además, se han recolectado ejemplares para estudios genéticos que permitan rastrear su origen y vías de introducción.
No obstante, la comparación entre estas campañas y las 500 piezas extraídas en Ramonal en tan solo dos días deja claro que los esfuerzos actuales no bastan frente a una especie que avanza sin freno.
Fuente: https://24horasqroo.mx/2025/07/23/pez-diablo-quintana-roo/