Día de Muertos: 72 % de los mexicanos participan en altares y ofrendas que unen historia, fe y memoria colectiva
Redacción Macronews.- Cada año, el 1 y 2 de noviembre, más del 70 % de los hogares mexicanos colocan altares con flores de cempasúchil, veladoras, pan de muerto, incienso y retratos, en una de las tradiciones más representativas del país: el Día de Muertos. Reconocida por la UNESCO en 2003 como Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, esta celebración honra a quienes han partido, combinando raíces indígenas, prácticas católicas y expresiones culturales contemporáneas.
Según las costumbres populares, el 28 de octubre se recuerda a quienes murieron en accidentes, el 30 a las almas no bautizadas, el 1 de noviembre a los niños fallecidos y el 2 a los adultos. En años recientes, el 27 o 28 de octubre también se ha destinado para conmemorar a las mascotas, reflejando la evolución afectiva de la tradición.
El origen prehispánico del Día de Muertos se remonta a rituales nahuas como el Miccailhuitontli y la Fiesta Grande de los Muertos, donde los difuntos emprendían un viaje hacia el Mictlán guiados por un xoloitzcuintle. Durante la colonización, estos rituales se adaptaron al calendario católico, integrando rezos, reliquias y altares domésticos.
En México, los altares —elemento central de la festividad— están cargados de simbolismo: el agua representa la pureza del alma, el pan de muerto alude al ciclo de la vida, la sal purifica, y el cempasúchil guía el regreso de los espíritus. Las fotografías, platillos favoritos y el incienso completan este homenaje íntimo y colectivo.
Tras la pandemia de cólera de 1833, los cementerios se transformaron en espacios abiertos de convivencia entre vivos y muertos. Hoy, las tumbas decoradas con flores y alimentos son testimonio de una tradición que se vive en comunidad.
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En Michoacán, la isla de Janitzio se ilumina con procesiones; en Mixquic, Ciudad de México, las familias velan junto a sus difuntos; en Oaxaca, las comparsas llenan las calles de música y color. Desde 2016, el desfile de Día de Muertos en las grandes ciudades ha consolidado un nuevo espacio de expresión cultural.
La figura de La Catrina, creada por José Guadalupe Posada como crítica social, se ha convertido en ícono de esta festividad, reforzando su carácter simbólico y su capacidad de unir pasado y presente en una celebración que honra la vida a través de la muerte.













