Experto en seguridad internacional revela cómo el crimen organizado se apoderó de la Zona Hotelera de Cancún
El especialista ha compartido una impactante evaluación de México, describiéndolo como “el país más peligroso del mundo”.
Sus declaraciones, basadas en experiencia personal trabajando con una cadena hotelera en Cancún, destacan la constante y desafiante presencia del crimen organizado en el sector turístico de la Riviera Maya.
Ramajo relata cómo su experiencia en México, específicamente con la cadena de hoteles Be Live de Globalia, lo enfrentó a un panorama donde el crimen organizado se convierte en un “socio no invitado”.
Desde su inicio en el proyecto de un hotel en Cancún, el instructor de seguridad presenció cómo el cártel local impuso sus condiciones para operar en la zona, exigiendo pagos y cuotas para permitir la venta de drogas en el recinto.
Integrantes del Cártel de Jalisco de Nueva Generación, se presentó para imponer que en cada concierto que se realizara, ellos estarían a cargo de la venta de drogas.
Al ser amenazado de muerte por no aceptar las condiciones de ese cártel, estuvo dos meses encerrado y sin salir.
“En México, no puedes acudir a la policía ni absolutamente a nadie; tienes que negociar todo directamente con el cártel”, asegura Ramajo, quien también comenta que los empresarios deben aceptar estas condiciones para poder funcionar sin incidentes.
Al presionarlo más, aceptó que sicarios vendieran droga en la playa del hotel. No solo eso, tenían que pagarles a manera de “compensación”, para que no se involucraran en los conciertos.
Ramajo destaca una diferencia crucial entre el crimen organizado en México y en otros países: el alto nivel de profesionalismo de los delincuentes, quienes frecuentemente provienen de fuerzas de seguridad como el ejército y la policía.
Esta infiltración permite que los cárteles conozcan detalles internos de los negocios turísticos, desde la ocupación del hotel hasta los nombres de los asistentes a eventos, creando un entorno donde la influencia de los grupos criminales se siente en todos los niveles, desde la vida pública hasta la privada.
“Los mexicanos son profesionales. Muchos policías terminan trabajando para el crimen organizado”, afirmó.
La narrativa de Ramajo expone una preocupante realidad: empresarios como el español Abel Matutes, propietario de Palladium Group, han desistido de proyectos en México, citando como razón principal la imposibilidad de llegar a acuerdos con los cárteles.
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Para muchos inversionistas, estos grupos representan una barrera insalvable que limita la expansión de proyectos turísticos en el país.
Esta situación ha llevado a Ramajo a clasificar a México como un “estado fallido” donde “la autoridad no existe”.
Con una infraestructura criminal tan arraigada, afirma que la seguridad y el bienestar de los ciudadanos y visitantes quedan a merced de los grupos delictivos, quienes, con un impresionante poder de fuego y sofisticación, controlan zonas enteras como Cancún, Tulum y Playa del Carmen.
Con estas declaraciones, José Félix Ramajo subraya una compleja problemática que afecta la percepción de seguridad en México, especialmente en destinos turísticos de alta demanda. Sus palabras invitan a reflexionar sobre el impacto del crimen organizado en la vida cotidiana y en el desarrollo económico del país.
Finalmente, Ramajo tuvo que salir no solo de Cancún, sino del país, pues fue invitado por el cártel a sumarse a sus filas para entrenar a nuevos sicarios.
FUENTE: QUINTA FUERZA