El turismo de cruceros sigue un modelo socialmente excluyente que deja baja derrama económica, pero exige alta infraestructura y servicios públicos, lo que provoca graves problemas ambientales, advirtió Rodrigo Huesca Alcántara, ciudadano de Cozumel que se opone a la construcción del cuarto muelle de cruceros.
El experto señaló que plantear la obra como una disyuntiva entre desarrollo y conservación ambiental es un falso dilema, pues nadie rechaza el crecimiento, siempre que sea bajo principios de sostenibilidad e inclusión social.
A pesar de que los tres muelles existentes tienen capacidad suficiente, los promotores del proyecto buscan construir un nuevo muelle sobre el arrecife Villablanca, un ecosistema marino hogar de cientos de especies y que, al no formar parte del Parque Nacional Arrecifes de Cozumel, puede ser accedido sin costo por las familias locales.
Además, este punto representa una de las pocas playas públicas del lado occidental de la isla, ubicada en el núcleo urbano, lo que permite llegar a pie. En cambio, acudir a otras playas implica recorrer kilómetros en vehículo.
Rodrigo Huesca recordó que ciudades como Dubrovnik, Barcelona, Venecia y Ámsterdam ya están restringiendo el turismo de cruceros por su bajo impacto económico y alto costo ambiental.
A diario, Cozumel recibe más de 12,000 visitantes de cruceros que:
No consumen en negocios locales
Usan el sistema de drenaje de la ciudad, que ya está al borde del colapso
Saturan la movilidad y dejan basura en calles y playas
A esto se suma el daño directo causado por los hoteles flotantes, que anclan frente a los arrecifes, afectando los ecosistemas marinos con ruido, residuos y perturbaciones físicas constantes.