A lo largo de la historia, la medicina ha sido utilizada como una herramienta para justificar y perpetuar estereotipos y prejuicios hacia las mujeres, distorsionando incluso la comprensión de su biología.
El cuerpo femenino ha sido marcado por las lentes masculinas, desde la nomenclatura de los órganos hasta el estudio de su fisiología.
Sin embargo, algunas de las afirmaciones más arraigadas sobre la anatomía y salud femenina han sido desmentidas y se han revelado como mentiras científicas que han puesto en riesgo la vida de las mujeres.
Una de las primeras mentiras científicas de gran impacto fue la creencia de que las mujeres eran menos inteligentes debido al tamaño de sus cerebros.
El neurólogo Pierre Paul Broca, en el siglo XIX, al comparar el tamaño de cerebros masculinos y femeninos, concluyó que el cerebro de las mujeres era más pequeño y, por lo tanto, menos capaz.
Mitos médicos que marcaron la historia de las mujeres
Sin embargo, hoy sabemos que el tamaño cerebral no está relacionado con la inteligencia, un hecho que fue ignorado en su tiempo.
Otra gran mentira que perduró durante siglos fue la de la “histeria”, considerada una enfermedad exclusiva de las mujeres debido a la presencia de un útero.
A lo largo de la historia, cualquier síntoma incomprendido o comportamiento poco convencional de las mujeres era diagnosticado como histeria, lo que resultó en tratamientos invasivos, como histerectomías, para “curar” este trastorno.
Las omisiones en el conocimiento sobre la menstruación y la menopausia también reflejan la desinformación médica.
Investigaciones recientes han demostrado que los efectos hormonales durante estos procesos no solo afectan el cuerpo, sino también el cerebro, causando cambios significativos en la estructura cerebral de las mujeres.
Errores médicos que han afectado a las mujeres
Además, la creencia de que las mujeres exageran el dolor ha sido otra falacia que ha retrasado diagnósticos y tratamientos.
Diversos estudios revelan que las mujeres sufren afecciones dolorosas con mayor frecuencia que los hombres, pero a menudo sus síntomas son minimizados por el personal médico.
Finalmente, el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) fue erróneamente asociado con los hombres, y las mujeres recibían diagnósticos más tarde o incluso incorrectos debido a la manera en que sus síntomas se manifiestan de forma más sutil.
A pesar de las evidencias actuales, muchas mujeres aún son diagnosticadas tardíamente.
Estas mentiras científicas no solo afectan la salud y el bienestar de las mujeres, sino que también refuerzan una cultura de desigualdad en la medicina.
Las nuevas investigaciones están empezando a cuestionar estos errores y a devolverles a las mujeres el protagonismo que merecen en los estudios científicos.