El Sol es muy importante en cada cultura. A propósito del solsticio de verano, repasaremos la importancia de esta estación en la magnífica cosmovisión de los mayas. Para ellos, esta época del año representaba el inicio de un nuevo ciclo y era importante para la agricultura y las buenas cosechas, así como para la conexión con sus dioses.
El solsticio de verano representa la plenitud del sol y de la luz. Como muchas otras culturas, los mayas realizaban ceremonias y rituales para agradecer a las deidades por la luz y el calor solar, elementos esenciales para la vida. La llegada del día más largo del año era un momento de renovación y conexión con el tiempo y el cosmos.
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Los mayas construyeron observatorios y otros edificios astronómicos para estudiar el movimiento del sol y así predecir los solsticios, gracias a esto podían planificar sus actividades ceremoniales y agrícolas. Durante el solsticio de verano el sol alcanza su punto más alto en el cielo. Kinich Ahau era el dios solar para esta cultura y los guiaba a través de las distintas épocas del año.
Los mayas y el estudio del cielo
Esta cultura mesoamericana tuvo un gran conocimiento sobre el movimiento del sol y los astros. En ello basaron su calendario y sus diferentes labores, desde la siembra hasta los sacrificios y las guerras contra de pueblos enemigos. A Venus lo relacionaban con el dios Kukulkán y determinaban los momentos propicios para entrar en batalla según la visibilidad de este planeta en el cielo nocturno.
Ellos registraban con gran exactitud los ciclos del Sol y de la Luna, así como el movimiento de los planetas y las estrellas. Así podían predecir eclipses y calcular el momento exacto para plantar los primeros granos de maíz. Estas predicciones de fenómenos astrales se volvieron la forma en que los gobernantes y sacerdotes controlaban a la población.
Para los mayas, los astros y los planetas eran la representación de los dioses que andaban por el cielo, así les rendían adoración según sus ciclos. El Sol, Kinich Ahau, era además el padre de todos los dioses y si no se le rendía tributo y se le ofrecían sacrificios humanos, vendría la sequía, los campos no serían fértiles y el mundo se vería sumido en tinieblas.
El solsticio de verano Maya
Saq’ Q’ij es el nombre del solsticio de verano en maya K’iché y quiere decir “días claros, resplandecientes y luminosos”. Se dice que los mayas inventaron la astronomía y más que las estrellas, observaban los movimientos del Sol en sus diferentes latitudes. Para ellos, el tiempo y el movimiento de los cuerpos celestes iban de la mano. En la actualidad sus estudios nos siguen sorprendiendo.
El Saq’ Q’ij es el día de la quietud del padre Sol, cuando se detiene para el N’imla’j o Nim Up’am Q’ij, el día más largo del año que marcaba el inicio de las lluvias. La mayoría de las ciudades mayas se trazaron de acuerdo a los puntos cardinales y la orientación de los fenómenos astrológicos con gran exactitud.
Tanto los solsticios como los equinoccios eran considerados como momentos de equilibrio espiritual y renovación y estaban muy relacionados con el ciclo de la vida y la muerte y el mantenimiento del orden cósmico. El solsticio de verano era una manifestación de la conexión entre el cielo, la tierra y el mundo natural.
Kukulkán, la serpiente emplumada
En el templo principal de Chichen Itzá, conocido también como El Castillo o la Pirámide de Kukulkán, su puede observar la ilusión de una serpiente que desciende por las escaleras al atardecer y que representa a este dios equivalente al Quetzalcóatl mexica, pero esto sucede en los equinoccios de primavera y otoño, las fechas opuestas a los solsticios.
Los mayas estuvieron presentes en lo que hoy es territorio del sur de México, Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador. Para ellos, el solsticio de verano era una de las manifestaciones más importantes del cosmos y representaba el inicio de un nuevo ciclo que se renovaría continuamente, tanto en lo material como en lo espiritual.
Fuente: Sopitas