Las plataformas digitales de renta vacacional dejaron de representar únicamente una competencia para el sector hotelero establecido para convertirse en un riesgo para toda la industria turística, pues su falta de regulación impide garantizar protocolos de seguridad sanitaria en este proceso de reactivación económica.
Aunque las autoridades estiman que en el estado existen 68 mil cuartos de renta de Airbnb, no se sabe con certeza su número exacto, donde se ubican o quiénes son sus propietarios; mucho menos si cumplen con las recomendaciones con las medidas sanitarias, para evitar contagios por el coronavirus. La pandemia atrasó la creación de este padrón, previsto en la Ley de Hacienda del Estado de Quintana Roo para este año.
“En estos momentos de contingencia sanitaria, los hoteles brindan mayores ventajas como el aseguramiento de la limpieza gracias a la certificación, primera demanda de los huéspedes. La atención al cliente durante las 24 horas también es un gran punto a favor. En cambio, Airbnb no puede garantizar que los anfitriones mantengan la limpieza de sus espacios, o que estén disponibles en caso de una emergencia”, dice Deborah Angulo, presidenta de la Asociación de Hoteles y Servicios Turísticos del Centro y Sur del Estado.
La declaración no está lejos de la realidad. En España, Francia, Estados Unidos, Reino Unido y Japón, los propios anfitriones reclaman que la plataforma digital no les ha proporcionado estándares de limpieza que les permita a ellos y a sus huéspedes reducir el riesgo de contagio por Covid-19.
En Quintana Roo, más de 2 mil 300 hoteles se registraron para obtener la certificación sanitaria elaborada por el Gobierno de Quintana Roo que buscan minimizar los riesgos por Covid-19.
Esto incluye evaluaciones constantes de limpieza en áreas de servicio y operación; limpieza y desinfección de habitaciones, lavandería, alimentos y bebidas; protocolos para garantizar la sana distancia entre los propios usuarios, áreas y servicios especiales como gimnasios, albercas, descanso; protección al personal; así como una coordinación con empresas aliadas de transportación para asegurar que el huésped no se contagie durante sus salidas.
En el caso de las plataformas digitales de renta, como Airbnb, en estos días, solo les hicieron llegar un correo con algunos consejos de lavado de sus cuartos, pero no establece “candados” para evitar que varias personas renten un solo cuarto (modelo que representa el 40 por ciento de sus alojamientos, de acuerdo a la propia empresa); o medidas que permitan reconocer a un inquilino con síntomas de Covid-19.
De acuerdo con el sector hotelero, en un centro de hospedaje, por ejemplo, su gerencia se asegura de que en los próximos meses solo el 50 por ciento de su oferta será ocupada. El personal activa mecanismos de detección de posibles contagios, como medición de la temperatura de los huéspedes de manera constante.
En contraste, en las rentas vacacionales un huésped con síntomas de Covid-19 puede alquilar una casa y dejarla infectada para el siguiente inquilino, sin que el anfitrión la limpie antes.
Y esto es porque de acuerdo con Airbnb, el 40 por ciento de sus anfitriones viven fuera de sus casas de renta. Esta situación, que la plataforma presumía como uno de sus puntos fuertes, se ha vuelto una desventaja durante esta contingencia.
La Secretaría de Turismo de Quintana Roo ha reconocido que enfrenta dificultades para poder verificar que los centros Airbnb en el Estado se registraron para su certificación, y mucho más difícil garantizar que están cumpliendo con las medidas de prevención e higiene.
Apenas este año, el Congreso local entraron en vigor las reformas a la Ley de Hacienda para elaborar un padrón de los cuartos Airbnb en la entidad, por medio del pago de una licencia de funcionamiento.
Sin embargo, de acuerdo con la información de la Secretaría de Finanzas y Planeación, hasta febrero apenas se habían dado de alta el 5 por ciento de los aproximadamente 68 mil prestadores de este tipo de servicio y similares. La contingencia sanitaria detuvo el proceso, y se espera que tarden varios meses más hasta que se complete el padrón.
Los propietarios de Airbnb, la otra cara de la moneda:
Hace cuatro años que Leticia Uc se jubiló; sin embargo, ella y su esposo apenas pueden sobrevivir con su pensión de apenas 3 mil 500 pesos mensuales.
En 2018 una de sus amigas la invitó a probar suerte en Airbnb, rentando una de las habitaciones donde vivían sus hijos. Así lo hizo, y desde la primera semana las reservaciones no dejaron de parar.
“Es lo bueno de vivir frente a la Laguna de Bacalar”, dice doña Lety: “todos los fines de semana tengo el cuarto ocupado, y si es temporada alta casi toda la semana”.
Empezó ofreciendo el espacio por un precio de 450 pesos por noche, con apenas los servicios básicos. Pero gracias a las ganancias del primer año, pudo equiparla con mejores camas, aire acondicionado, televisión y su propio baño, por lo que ahora lo renta a 700 pesos por noche.
Pero el Covid-19 lo cambió todo. La principal fuente de ingresos de ella y su esposo está paralizada desde marzo pasado.
“Tengo ganas de abrir, pero al mismo tiempo miedo. Yo tengo 66 años y mi esposo 70. Si un huésped llega enfermo y nos contagia, prácticamente es una sentencia de muerte para nosotros. Pero también necesitamos ese dinero extra, pues nos acabamos los ahorros. Estamos en un verdadero dilema”, puntualiza.
Medidas de higiene recomendadas por Airbnb:
1.- Esperar al menos 24 horas tras la salida de cada huésped para realizar la limpieza de las habitaciones.
2.- Permitir la ventilación en el lugar, lavarse las manos con agua y jabón antes y después de cada limpieza.
3.- Usar guantes desechables durante todo el proceso. Tirarlos inmediatamente al terminar.
4.- No utilizar las mismas toallas para más de una habitación. Lavar todos los blancos tras la salida de cada huésped.
5.- Limpiar con cloro doméstico diluido las superficies que se tocan con frecuencia: interruptores de luz, perillas de puertas, controles remotos, llaves de agua, muebles.
6.- Viar la aspiradora después de cada limpieza y desinfectarla.
7.- Preguntarle a los huéspedes si presentan síntomas relacionados con el Covid-19.
8.- Alertarle de las zonas de riesgo de contagio más altas de la zona, en caso de existir.
Airbnb: Cifras en Quintana Roo
68 mil cuartos se ofertan a través de Airbnb y plataformas similares
48 mil en Cancún, Playa del Carmen y Tulum
Los precios van desde 220 pesos por noche por cama en cuartos compartidos
Hasta 15 mil pesos por noche en casas completas.
En 2019 registraron 698 millones de dólares en ingresos sólo en Quintana Roo
Ese año pagaron 3.5 millones de pesos en impuestos al Gobierno Estatal
FUENTE: Sipse