La isla se encuentra colapsada y se deben de tomar medidas urgentes para evitar el deterioro ambiental irreversible, y eso solo se logrará a través de la creación de un plan de manejo integral de la reserva de Yum Balam, que permita tener un control de la carga que la isla puede recibir en turismo y así entablar las estrategias de prestación de servicios básicos y preservación que protejan el área natural, señaló Miguel Alejandro Rivas Soto, campañista de océanos de Greenpeace México, quien expresó que la disposición de los residuos sólidos es uno de los principales problemas a solucionar en Holbox, donde se sospecha ya hay contaminación de los mantos freáticos.
El problema es tan severo, al grado de que 300 toneladas de basura se generan al mes en la isla y son colocadas a cielo abierto en un tiradero que tiene al menos otras mil toneladas de desecho. Un riesgo ecológico y sanitario de grandes proporciones.
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“En noviembre (2016) asistimos el impacto que tienen las Áreas Naturales Protegidas que no tienen un plan de manejo integral y Holbox es un ejemplo claro de lo que pasa cuando se postergan estos decretos y justamente querríamos ver las afectaciones que tenía la isla, por formar parte de Yum Balam y lo que observamos fueron factores preocupantes, especialmente en el tema de la basura, que se encuentra en condición crítica, pues no hay medidas para su manejo”, comentó el campañista de los océanos.
El exencargado del sitio de transferencia de residuos –basurero de la isla-, Franklin Campos Ancona, dijo que regularmente se producen 10 toneladas diarias de desechos, pero ante el incremento del turismo ha aumentado la generación de desechos.
Explicó que hasta hace 15 días el basurero albergaba un acumulado de mil toneladas de desechos, y estimó que durante esas dos semanas se habrían acumulado entre 150 y 200 toneladas más.
Recordó el último incendio en la ínsula, que no se sabe si fue provocado o accidental, el cual ocurrió hace aproximadamente tres semanas, cuando se consumieron alrededor de 500 toneladas de basura, casi la mitad de lo que había. Aún al día de hoy continúa el humo saliendo de las montañas de desechos.
“Eso hechos ya han provocado brotes de conjuntivitis”, aseguró.
CRUDA REALIDAD
“Por un Holbox limpio”, se lee sobre una de las paredes del basurero de la ínsula, mientras al fondo sigue saliendo humo de los restos que hace dos semanas se incendiaron sin explicación alguna. El fango de aguas putrefactas se encuentra aún caliente y por más lluvias que ha caído en la ínsula, hay un riesgo de que el centro de retención de desechos a cielo abierto vuelva a arder, algo que es cada vez más común, pues entre más basura recibe la isla, es mayor es descontrol que se tiene de los desechos de más de un millón es turistas que la visitan al año.
La isla se encuentra colapsada, lo advierte Greenpeace México, lo señala el Centro de Derecho Medio Ambiental (Cedma), los pobladores, autoridades estatales, federales e incluso iniciativas extranjeras, como Seacology para México, que han volteado sus ojos al destino turístico.
Hasta 2005 la isla producía al mes 20 toneladas de basura, al día de hoy son más de 300 toneladas que se llevan al basurero cada 30 días, resultado de un problema que se dejó crecer sin control. El ‘boom’ turístico se ha convertido en el milagro y el infierno de la paradisiaca isla.
Entre los restos que llegan al basurero se encuentra desde los objetos más cotidianos, hasta autos, carros de golf y en su momento señalan que incluso embarcaciones. Lo más sorprendente que ha llegado, según pobladores, es una avioneta en pedazos, que nadie nunca supo de dónde llegó, ni a quién perteneció.
Y en medio de todo este mar de bolsas de basura, fierros, latas, botellas y desperdicios de alimentos, dos personas son la única esperanza de mantener a raya toda esta masa putrefacta:
David Efraín Chan y Jesús Martínez, quienes desde las seis de la mañana de cada día llegan al basurero a separar los desperdicios, a fin de comenzar con un programa de reciclaje.
No tienen un pago, pero llegaron a un acuerdo con el alcalde de la isla,“ellos nos dejan separar la basura y nuestra ganancia es la ventade fierro y cristales”, señala David Efraín, mientras camina sobre desperdicios y aguas fangosas. El olor, como cualquiera lo puede imaginar, es insoportable, pero ha estado puntual todos los días desde hace dos meses separando la basura.
El resultado es que han lo- grado preparar para venta más de seis toneladas de fierro, otras tres toneladas de cristales, varios cientos de kilogramos de plástico y papel, que serán vendidos a empresas recicladoras de Yucatán, Veracruz y el Estado de México. Es un negocio redondo, que a la alcaldía del municipio le está costando solo el pago del hospedaje de David y Jesús, además de un alimento al día, que las autoridades de la isla lograron asegurar gracias a la participación de empresarios.
Autoridades municipales, por su parte, brillan por su ausencia. Los holboxeños saben, que de manera inmediata, están solos en el tema de la basura.
De acuerdo son Rene Serrano Moguel, alcalde de la isla, fue a partir de 2005 cuando comenzó los primeros problemas de basura en la isla, que coincide con la explosión de turismo que arribó al destino. La isla actualmente no cuenta con un Plan de Desarrollo Urbano (PDU), plan que permitiría saber las fortalezas y debilidades que tiene la isla en su crecimiento urbano, servicios de agua potable, aguas residuales y en este caso la basura. Los grandes pendientes de las administraciones federales, estatales y municipales condena lo que alguna vez fue un pueblo pesquero, que de la noche a la mañana se convirtió en uno de los destinos más visitados a nivel nacional.
A BUSCAR RECURSOS
El secretario de Medio Ambiente en el Estado, Alfredo Guillermo Molina, reconoció la necesidad de contar con un Plan de Desarrollo Urbano y mitigar el impacto, “ante la fragilidad que presenta por su ubicación geográfica”.
Confirmó que ya se trabaja con la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas para definir las áreas susceptibles de conservación y ampliar la superficie que se localiza alrededor de la zona urbana.
Sin embargo, el secretario de Medio Ambiente reconoció que en estos momentos el problema que se ha detectado es el mal manejo del sitio de disposición de manejos y residuos, lo que incluso ha generado la aparición de incendios.
Descartó la posibilidad de construir un relleno sanitario, pero sí se pronunció a favor de la construcción de un biodigestor para el manejo de los residuos orgánicos, para lo cual requerirán de un promedio de ocho millones de pesos.
“Estamos trabajando en un proyecto que permita atender esta problemática para evitar que continúe la contaminación del manto freático, pero requerimos la participación del municipio en las responsabilidades que le tocan”, precisó.
Aclaró que en estos momentos el estado no cuenta con esos recursos, pero dijo que “los vamos a buscar donde sean necesarios”.
FUENTE: LA VERDAD NOTICIAS