Durante años, el doctor Francisco Mendiola Franco ha sido un rostro familiar en los pasillos de hospitales y clínicas de Quintana Roo. Es un médico que sus pacientes describen como entregado, cercano e incansable. Para muchos, fue la diferencia entre la esperanza y el abandono.
Hoy, sin embargo, es él quien necesita ayuda urgente. La vida le ha dado un giro abrupto y se encuentra en una situación crítica de salud.
En abril pasado, “Frank”, como lo llaman sus allegados, sobrevivió a dos muertes súbitas abortadas, provocadas por arritmias cardíacas extremadamente peligrosas. Gracias a la atención médica inmediata, logró estabilizarse, pero su diagnóstico es grave: displasia arritmogénica del ventrículo derecho, una enfermedad cardíaca congénita que podría arrebatarle la vida en cualquier momento.
Su única esperanza de sobrevivir es someterse a una intervención de alta especialidad: una ablación con mapeo electro-anatómico y la implantación de un desfibrilador automático (DAI), un dispositivo que podría salvarle la vida ante un nuevo episodio de arritmia fatal. No obstante, los costos del procedimiento son elevados y urgentes.
El doctor Mendiola es ampliamente reconocido por su labor humanitaria. Apoyó a comunidades afectadas por desastres como el terremoto de Haití en 2010, participó en brigadas de corrección para niños con paladar hendido, promovió programas como “Vive sin dolor” y colaboró en campañas de colocación de prótesis oculares. Además, fue uno de los profesionales de salud en la primera línea de batalla durante la pandemia por Covid-19.
Hoy, quienes fueron beneficiados por su vocación médica y compromiso social hacen un llamado a la solidaridad para que pueda recibir el tratamiento que necesita con urgencia.