REDACCION MACRONEWS.- Un reciente estudio científico ha encendido las alarmas sobre un contaminante cada vez más presente en nuestra vida cotidiana: los nanoplásticos. La investigación, liderada por expertos de la Universidad de Lille y la Universidad París-Saclay, determinó que la exposición a partículas de poliestireno de menos de una micra puede alterar significativamente la salud digestiva y hepática. Lo más preocupante del hallazgo es que estos efectos negativos se observaron incluso en dosis bajas y sin la necesidad de aditivos químicos, sugiriendo que la estructura física de la partícula es suficiente para desencadenar respuestas adversas en el organismo.

El experimento, realizado en modelos animales durante 90 días, permitió observar que el impacto de estos contaminantes varía drásticamente según el tipo de alimentación. Los resultados revelaron que la barrera intestinal se ve especialmente comprometida cuando existe una dieta occidental, rica en grasas y azúcares. Por otro lado, la alteración de la microbiota intestinal fue más severa en sujetos con una dieta estándar. Estos datos subrayan que los hábitos alimentarios no solo definen nuestra nutrición, sino que actúan como un factor determinante en la vulnerabilidad del cuerpo frente a los estresores ambientales presentes en el agua potable y los alimentos envasados.
En cuanto a la salud hepática, los científicos detectaron que los nanoplásticos modifican el metabolismo de las grasas de forma generalizada, provocando una intolerancia a la glucosa más aguda en quienes consumen dietas desequilibradas. A pesar de que las partículas no siempre atraviesan la pared intestinal, su sola presencia genera cambios metabólicos sistémicos. Los autores del estudio advierten que nos enfrentamos a un problema de salud global emergente, ya que la producción de plástico sigue en aumento y la ingestión oral de estas nanopartículas es prácticamente inevitable en la sociedad moderna.

Finalmente, la investigación pone de relieve la necesidad de proteger a las poblaciones más susceptibles, como aquellas con trastornos metabólicos previos. Al ser el sistema digestivo la primera línea de defensa frente a los nanoplásticos ingeridos, entender estos mecanismos es crucial para desarrollar estrategias de salud pública. Este estudio permite caracterizar con mayor precisión un riesgo que, aunque invisible al ojo humano, representa un desafío creciente para la integridad de nuestro metabolismo y el bienestar a largo plazo.
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