Por más de dos décadas, la relación entre Gwyneth Paltrow y Brad Pitt ha fascinado a los aficionados al cotilleo de celebridades. Se conocieron en 1994 durante el rodaje de Se7en, se comprometieron en 1996 y, tras una ruptura en 1997, siguieron caminos separados que mantuvieron sus nombres en los titulares. Ahora, una nueva biografía construida con base en 220 entrevistas, revela una dimensión poco conocida de esa historia: cómo Paltrow vivió en silencio el matrimonio de su ex con Jennifer Aniston en el año 2000.
La revelación forma parte de Gwyneth: The Biography, el nuevo libro de la periodista Amy Odell, publicado este lunes 29 de julio. El volumen traza el ascenso, las contradicciones y las transformaciones personales y profesionales de la ganadora del Óscar, sin esquivar episodios incómodos de su vida sentimental.
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“Me sentí triste”
Según extractos publicados por Us Weekly algunos días atrás, Paltrow se mostró visiblemente molesta durante una entrevista en el Festival de Toronto en septiembre de 2000, cuando un periodista le preguntó por la reciente boda de Pitt con Aniston, ocurrida el 29 de julio de ese año.

Su respuesta fue cortante: “¿De verdad me estás haciendo esta pregunta?”, replicó con los ojos como “dardos”. Luego remató: “No puedo comentar sobre este tipo de cosas”.
Pero en privado, la reacción fue muy distinta. Amy Odell escribe que “en realidad, Gwyneth confió a sus amigos que se sintió triste cuando supo que se iban a casar”. Además, según el libro, Paltrow solía comentar en tono ácido que Brad “tiene un gusto horrible para las mujeres”.
Esa no fue la única frase que sorprendió. En una cena con Aerin Lauder —heredera del imperio Estée Lauder—, y justo antes de convertirse en la imagen del perfume Pleasures, Paltrow habría dicho: “Él es más tonto que un saco de mierda”.
La cita, atribuida a alguien familiarizado con la conversación, ilustra el grado de frustración que Paltrow sentía por su ex pareja en 2005. Ese año, Pitt se había divorciado de Aniston y comenzaba una relación con Angelina Jolie.

La biografía además brindó detalles inéditos sobre la ruptura entre Paltrow y Pitt.
Según explicó Odell, ella veía al actor de Troya como alguien “muy religioso, criado en Missouri”, en contraste con su propia experiencia neoyorquina de élite. “Ella creía que él no era lo suficientemente sofisticado para ella. Pensaba que era más inteligente, mejor educada y más refinada”.
Paradójicamente, Pitt era muy querido por el círculo íntimo de Gwyneth. “Su padre [Bruce Paltrow] adoraba a Brad”, contó Odell. “Sus amigos también lo amaban. Pensaban que era el tipo más simpático”.
En una entrevista de 2023 para el pódcast Call Her Daddy, Paltrow reconoció que la ruptura fue dolorosa: “Estaba totalmente desconsolada después de nuestra separación en 1997”.
Y añadió: “Fue lo correcto en ese momento, pero fue muy difícil. Había varias cosas que habían pasado. Él era nueve años mayor que yo —sabía lo que quería, estaba listo, y yo estaba un poco dispersa”.

Tras el quiebre, cada uno siguió su rumbo sentimental. Brad Pitt se casó con Jennifer Aniston en 2000 y se divorció en 2005, en medio del escándalo por su relación con Angelina Jolie.
Por su parte, Paltrow se casó con Chris Martin, líder de Coldplay, en 2003, y tuvieron dos hijos: Apple y Moses. Se divorciaron en 2016, con el famoso término de “separación consciente”. En 2018, Paltrow se unió en matrimonio con el productor Brad Falchuk.
La biografía de Odell no se limita a su historial amoroso. También explora cómo Paltrow construyó una carrera más duradera fuera de Hollywood, con su empresa Goop y su influencia en la llamada “economía del bienestar”. Para la autora, la actriz ha sido clave en transformar ese sector desde que fundó Goop en 2008.
“Creo que su legado probablemente no será por sus papeles en el cine —y tiene roles icónicos—, sino por su impacto en la industria del bienestar”, dijo Odell al South China Morning Post. Y añadió: “Mostró al mundo cuánto dinero y esfuerzo están dispuestos a invertir las personas para estar bien, sin importar lo que diga la ciencia”.
La periodista retrata a Paltrow como una figura “polarizante”, pero también como “una maestra de la economía de la atención”.