El Divo de Linares arrancó suspiros y aplausos interminables durante su presentación en la Plaza de Toros.
Cinco veces el público pidió más, y cinco veces Raphael volvió a escena para recibir la ovación de más de 3 mil espectadores.
De pie y con gritos, con brazos levantados y un aplauso largo y emocionado, los asistentes salieron de la Plaza de Toros de Cancún, sonrientes y agradecidos, cantando aún alguno de sus temas favoritos y lanzando expresiones como: “conciertazo”, “es un señorón”, “claro que sigue siendo aquel”, o, la más repetida: “esta fue una gran noche”.
Tres horas antes, la plaza hormigueaba: parejas, grupos de amigos y familias en busca de sus asientos, y ya en ellos, con abanico en mano, lucían expectantes. “Jamás pensé que vería a Raphael en Cancún”, “¿Todavía tendrá voz?”, “Ojalá cante aquella de ‘Estar enamorado es’”, “Mira, hay un piano de cola en el escenario”, “Raphael siempre es muy elegante, vas a ver cómo viene de negro”.
En punto de las 21:05 las luces se apagaron y los músicos tomaron su sitio, batería, bajo, guitarra y piano bastaron para hacer sonar, rotunda, una introducción que conjugó algunos de los éxitos del cantante español.
Bajo decenas de ases de luz blanca, Raphael salió a escena y la multitud rugió en gritos y aplausos. Aún había gente llegando a la plaza, buscando su lugar, detenida en su trayecto para escuchar “Si ha de ser así”, tema de su disco “Mi gran noche”, producido apenas en 2013.
Ahí estaba el Divo de Linares, “echándose a la bolsa” al público que seguía puntual su voz y la letra de su segunda canción “Enamorado de la vida”, un declaración de agradecimiento que por momentos sonó autobiográfica y cuya musicalidad puso al respetable en el punto necesario para escuchar uno de los temas esperados “Mi gran noche”, ahí la voz sonó cascada, errada, insuficiente, pero también brillante y emotiva.
Fue imposible no pensar en el hombre, en el ser humano que a sus 73 años, luego de un trasplante de hígado, estaba aún en el escenario haciendo que otros, como él, vivan al máximo y enamorados de la vida, y haciendo de esta y las restantes, su gran noche.
Ataviado de negro con vistas en terciopelo, en la primera canción se quitó el saco y en la segunda la corbata, y así, temas tras tema fue desabotonando su camisa.
Su voz, sus brazos extendidos, sus pasos de baile, sus manos en forma de oración previos a sus reverencias, pusieron al público de pie al menos 15 veces, después de escuchar temas como “Laura”, “Estar enamorado es”, “En carne viva”, “Toco madera”, “Detenedla ya”, “Qué tal te va sin mí”.
“Cancún, gracias. Les prometo que volveré, aunque sea sólo para cantar… ‘Como yo te amo’”, dijo el cantante y con ello vino el tema que todos corearon.
Acompañado solo con guitarra, interpretó con particular sentimiento “Gracias a la vida”. Después de dos horas y media de show, se despidió con “Qué sabe nadie”, dejando aún el sabor de “Escándalo” y “Maravilloso corazón”. Raphael no cantó “Yo soy aquel”, pero demostró que lo sigue siendo.
Fuente: Sipse