POR: SAMUEL CERVERA
Cancún, Quintana Roo 18 de Agosto del 2023:“El Estado debe de ser pequeño, es la iniciativa privada quien debe de realizar la mayoría de los servicios públicos” esta es una de las tesis principales del pensamiento neoliberal, el argumento subyacente es que los Estados al crecer se vuelven burocráticos, ineficaces, corruptos y no hay forma de evitarlo, por lo tanto hay que mantenerlos pequeños. La estructura empresarial en cambio es más eficaz, no posee burocracia y es honesta. Por supuesto lo anterior es falso, toda la historia moderna lo demuestra, era un argumento superficial, pero divulgado con eficacia, fue idóneo para la expansión de las grandes empresas trasnacionales norteamericanas por todo el mundo.
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Afirmar que las organizaciones empresariales son esencialmente honestas significa ignorar siglos de historia. Todas las corrientes progresistas de los dos siglos anteriores surgieron como reacción a los abusos del capitalismo, que se distingue por la propiedad privada de los medios de producción, precisamente en la forma y estructura de la empresa privada.
Hay múltiples ejemplos históricos de terribles proyectos empresariales que destrozaron pueblos enteros. Para empezar por la conquista de America, que fue un proyecto empresarial privado, apoyado por la Corona Española. Desde el primer momento los frailes franciscanos denunciaron como los conquistadores habían corrompido el proyecto evangelizador de la encomienda. A lo largo del siglo XIX destaca el fenómeno de la esclavitud africana y su traslado para trabajar en plantaciones privadas de azúcar. No podemos ignorar el proyecto privado del Rey Leopoldo de Bélgica en el Congo, donde se le cortaba las manos a los trabajadores que no cumplían con la cuota. En esta breve relación, no podemos excluir a la nefasta Compañía de las Indias Orientales que invadió la India, para robar el mercado del té, las especias y la seda, además de provocar la desvergonzada guerra del Opio contra China.
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Toda la lucha de los trabajadores de los siglos XIX y XX por los abusos de los patrones empresariales sería argumento suficiente. Pero se pueden poner más ejemplos; el gigantesco engaño durante 30 años, de las empresas tabacaleras para seguir vendiendo cigarrillos y causar una horrenda muerte a miles de personas solo por el dinero que ingresaban, engaño ampliamente investigado y moderadamente castigado por el Congreso de Estados Unidos a fines del siglo pasado. La lista es larga, constante: las actuales industrias farmacéuticas, agroquímicas, de alimentos, petroleras, constructoras y muchas más. Solo un breve repaso por la historia del mundo empresarial demuestra lo contrario, fue necesario regularlo y controlarlo para que los grandes propietarios no provocaran crisis económicas constantemente. La explotación, acumulación excesiva, sobreproducción, pusieron en riesgo todo el proyecto de la modernidad occidental en el siglo XX.
Hace 50 años era impensable que la vida humana en el planeta estuviera en riesgo por cambios
climáticos, hoy es una realidad debido al hiperconsumo y la producción irresponsable de bienes dañinos al medio ambiente. El principal causante es el sector empresarial que le ha dado preferencia a las ganancias monetarias que a la vida.
No se puede negar la capacidad productora de la iniciativa privada, de generar empleos, ni el impacto que ha tenido en la vida cotidiana de millones de seres humanos. Así como han existido muchos propietarios abusivos, han habido dueños responsables con su entorno social, innovadores que han buscado mejorar la vida de los personas. Pero la empresa privada nace para acumular capital, no para beneficiar a la humanidad.
Los hechos históricos prueban que el argumento neoliberal estuvo equivocado desde su origen, no existe una bondad intrínseca en el sector empresarial, debe ser vigilado, regulado y controlado por la sociedad.