La imagen de una estrella infantil suele asociarse con éxito y riqueza, pero muchas figuras han atravesado crisis financieras y personales profundas. El caso de Drake Bell, Amanda Bynes y Aaron Carter ilustra cómo quienes lograron reconocimiento mundial y acumularon grandes fortunas terminaron perdiendo gran parte de sus ingresos por malas decisiones, conflictos familiares, ausencia de protección legal y situaciones personales complejas. Este fenómeno revela patrones preocupantes dentro de la industria del entretenimiento infantil.
El ciclo se repite en Hollywood y otros centros del espectáculo: adolescentes que, tras alcanzar la cima y reunir grandes sumas de dinero, ven desaparecer su fortuna en la adultez. Entre los factores más frecuentes figuran la ausencia de pagos residuales por repeticiones televisivas, deficiente administración de recursos por parte de familiares o representantes, escasez de mecanismos legales para proteger el patrimonio de los menores y el impacto de la fama temprana en la estabilidad emocional.
Daily Mail informa que muchos contratos de jóvenes actores carecían de cláusulas para pagos residuales por la retransmisión de sus programas, por lo que sus ingresos se limitaron a los años de mayor actividad.
La gestión familiar, lejos de garantizar seguridad, muchas veces condujo a disputas legales y pérdidas millonarias. Además, los problemas de adicción y salud mental dificultaron el tránsito hacia la adultez.
Drake Bell: de éxito internacional a dificultades económicas
Drake Bell, recordado por “Drake & Josh” de Nickelodeon, representa uno de los casos más recientes. Si bien alcanzó fama internacional como rostro de una de las series más exitosas de la cadena, Bell expuso en una entrevista con The Unplanned Podcast, que la percepción pública dista de la realidad: “Eso está lejos de la realidad. Y especialmente, lo que es una decepción para la mayoría de nosotros en Nickelodeon, es que no recibimos pagos residuales por nuestros programas”, explicó el actor.

La serie llegó a tres coma dos millones de espectadores en su estreno y se mantuvo entre los programas infantiles más vistos. Sin embargo, Bell, actualmente de 39 años, reconoció dificultades para pagar el alquiler, lejos de los lujos típicamente asociados a las estrellas de Hollywood.
Mientras Josh Peck, su compañero, consolidó su carrera, Bell enfrentó obstáculos para replicar su éxito, afectados por la falta de ingresos residuales y la tendencia de la industria a encasillar a los actores en roles infantiles.
Dustin Diamond: el costo de ser “Screech”
Dustin Diamond, quien interpretó a Samuel “Screech” Powers en “Saved By The Bell”, atravesó una situación similar. El programa, difundido por NBC desde 1989, se convirtió en fenómeno multigeneracional gracias a sus constantes repeticiones. Sin embargo, Diamond y sus colegas no percibieron compensaciones por estas retransmisiones y sus ingresos se limitaron a los años iniciales.

Diamond inició su papel a los once años, participó durante cinco temporadas y en varios spin-offs. En conversación con Oprah Winfrey en 2013, recordó las dificultades para salir del personaje de Screech: “Fue difícil conseguir trabajo que no fuera una copia de Screech”, declaró. Aunque ganó cerca de dos millones de dólares por la serie, su patrimonio al fallecer, en 2021 a los 44 años, rondaba entre 300.000 y 500.000 dólares. Recurrió a la televisión de realidad para sostenerse, pero la estabilidad financiera no regresó.
Gary Coleman: fortuna perdida tras “ Diff’rent Strokes”
Gary Coleman, estrella de “Diff’rent Strokes”, llegó a ganar hasta USD 100.000 por episodio en los años 80. Sin embargo, la mala gestión de sus padres y representante desembocó en un conflicto legal. Coleman los demandó por malversación y, aunque la justicia les adjudicó el desvío de USD 1,28 millones, solo pudo recuperar una fracción.
El actor, que enfrentaba problemas médicos, sumó pérdidas por negocios fallidos como un salón de juegos que costó USD 200.000. En 1999 se declaró en bancarrota. “Puedo repartir la culpa en todas partes: desde mí hasta los contadores, mis padres adoptivos, agentes, abogados y de vuelta a mí”, afirmó Coleman según Daily Mail. Murió en 2010, a los 42 años, con un patrimonio estimado en 75.000 dólares, lejos de los dieciocho millones que habría ganado.
Jack Wild: despilfarro y adicciones tras “Oliver!”
La historia de Jack Wild, conocido por interpretar al carismático Artful Dodger en “Oliver!” (1968), demuestra el riesgo de los excesos y las adicciones en la vida de las estrellas infantiles. Nominado al Oscar, BAFTA y Globo de Oro, disfrutó de lujos y gastos exuberantes en los años 70, incluyendo restaurantes exclusivos y regalos costosos.
La falta de control financiero y el avance del alcoholismo precipitaron su declive. En sus memorias, Wild admitió: “Solo desearía haber invertido el dinero y no haber bebido tanto”. A medida que su carrera se desmoronó, recurrió a la asistencia social y la adicción le condujo a un cáncer oral, perdiendo incluso la voz. Falleció en 2006 a los 53 años, luego de superar el alcoholismo, pero sin recuperar la fortuna perdida.
Amanda Bynes: salud mental y reconstrucción personal
Amanda Bynes, una de las figuras más reconocidas de Nickelodeon en los 2000, llegó a obtener hasta tres millones de dólares anuales durante su apogeo. De “All That” y “The Amanda Show” pasó a protagonizar películas como “Big Fat Liar” y “Hairspray“. Sin embargo, tras su última aparición en 2010, enfrentó problemas de salud mental y hospitalizaciones, tras lo cual sus padres asumieron su tutela legal.

Durante ese período, que se prolongó hasta 2022, se reveló que Bynes había reducido drásticamente su capital y gastado más de un millón en menos de un año, pese a no contar con ingresos significativos. Al retomar el control de sus finanzas, optó por reinventarse y, según una fuente citada por Daily Mail, encontró en OnlyFans una oportunidad para mostrar sus diseños y compartir su experiencia: “Ella ve OnlyFans como una especie de renacimiento profesional”, afirmó la fuente.
Aaron Carter: fortuna colosal y bancarrota precoz
Aaron Carter, hermano menor de Nick Carter, acumuló una fortuna de USD 200 millones antes de los dieciocho años por una carrera musical meteórica. Sin embargo, una gestión parental deficiente y deudas fiscales de USD 3,5 millones lo forzaron a declararse en bancarrota en 2013. Carter afirmó que, pese a la vigencia de la Ley Coogan, solo recibió dos millones de dólares al alcanzar la mayoría de edad, cuando debió haber recibido veinte millones.

En declaraciones recogidas por Daily Mail, Carter expresó: “Gané más de 200 millones de dólares antes de cumplir dieciocho años… Nunca recibí esos retornos ni nada por el estilo… Incluso ahora, nunca he tenido mi propia casa”. El cantante, que afrontó problemas de salud mental y adicciones, falleció en 2022 a los 34 años. Su patrimonio, valorado en 550.000 dólares, resultó insuficiente para saldar sus deudas.
Factores comunes y riesgos persistentes
Las historias de Drake Bell, Dustin Diamond, Gary Coleman, Jack Wild, Amanda Bynes y Aaron Carter revelan una constante: la ausencia de pagos residuales, mala gestión de recursos familiares o profesionales, falta de protección legal y el dañino impacto de la fama temprana sobre la salud mental. La Ley Coogan, creada para blindar parte de los ingresos de los menores artistas, no siempre se aplicó correctamente, como evidencia el caso Carter.
Daily Mail subraya que, aunque el público asocie la infancia en la industria del entretenimiento con éxito duradero, estos relatos muestran la vulnerabilidad de quienes debutan siendo niños. Incluso tras la caída, como ilustra el ejemplo de Amanda Bynes, la búsqueda de estabilidad y propósito sigue siendo un reto permanente para quienes alguna vez brillaron en los escenarios.