José Saramago nació el 16 de noviembre de 1922 en Azinhaga, comunidad ubicada al centro de Portugal.
Hijo de campesinos, un error burocrático añadió a su nombre el apodo familiar “Saramago”, una planta comestible que también se utiliza en medicina tradicional.
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A los dos años se trasladó a la capital portuguesa, Lisboa, donde dejó el bachillerato por dificultades económicas y aprendió el oficio de cerrajero.
Para 1947 publicó su primera novela, Tierra de pecado, y nació su hija Violante.
Militante comunista desde 1949, fue despedido por razones políticas, luego de estar en contra de varias acciones de los allegados al comunismo.
Trabajó como editor, crítico y traductor, antes de consolidarse como escritor.
Tras un silencio literario de casi dos décadas, volvió en 1966 con Poemas posibles.
Su estilo crítico se definió en Levantado del suelo (1980), inspirado por la Revolución de los Claveles ( que fue un golpe militar en Portugal que derrocó al régimen dictatorial del “Estado Novo” el 25 de abril de 1974, marcando el fin de 48 años de dictadura y dando inicio a la transición del país hacia la democracia).
Su consagración llegó con obras como El evangelio según Jesucristo (1991) y Ensayo sobre la ceguera (1995).
En 1998 recibió el Premio Nobel de Literatura, que reforzó su compromiso con los derechos humanos.
Se trasladó a Lanzarote, España, donde fundó junto a su esposa Pilar del Río la Fundación José Saramago.
Hasta su muerte, el 18 de junio de 2010, siguió escribiendo y su obra, traducida a decenas de idiomas, abarca novelas, poesía, teatro y ensayos, y fue llevada al cine en varias ocasiones.
Su legado literario, hoy resguardado por la Biblioteca Nacional de Portugal, sigue vivo en lectores de todo el mundo.
A continuación, te dejamos cuatro novelas fundamentales de José Saramago a 15 años de su muerte.
1. Ensayo sobre la ceguera (1995)
Esta novela retrata el colapso de la civilización a partir de un inexplicable brote de ceguera que se propaga sin control.
Todo comienza cuando un hombre pierde la vista repentinamente mientras espera en un semáforo; pronto, la epidemia se expande y las autoridades aíslan a los afectados en condiciones infrahumanas.
En medio del caos, sólo una mujer conserva la vista y se convierte en testigo del derrumbe moral de la sociedad.
La novela plantea una profunda reflexión sobre la fragilidad de las normas sociales, la ética, la dignidad humana y la capacidad de solidaridad en situaciones extremas.
A medida que los personajes enfrentan el hambre, la violencia, la suciedad y la desesperación, aflora lo más salvaje del ser humano, pero también momentos de compasión y amor.
Saramago construye una parábola poderosa sobre la ceguera no solo física, sino también moral, política y espiritual e invita al lector a “ver” más allá de lo evidente y a cuestionar su propia responsabilidad en un mundo ciego por el egoísmo, la indiferencia y la injusticia.
Esta obra es una denuncia sobre la pérdida de humanidad y un llamado urgente a recuperar la lucidez, la empatía y el compromiso ético con los demás.
2. El evangelio según Jesucristo (1991)
Saramago ofrece una relectura provocadora y profundamente humana de la figura de Jesús, alejándose de la versión sagrada transmitida por los evangelistas.
Con una prosa cargada de ironía y sensibilidad, el autor portugués se adentra en los aspectos más íntimos y terrenales de Cristo: su niñez marcada por el trauma, su despertar al amor en los brazos de María Magdalena y su angustia ante un Dios que parece exigir dolor para preservar un orden divino.
Lejos de negar la espiritualidad, Saramago la somete a juicio, formulando preguntas incómodas pero necesarias: ¿cómo reconciliar la ley del amor con el temor al castigo eterno?, ¿qué justicia hay en un mundo regido por un Dios que necesita sacrificios?
Esta novela no es un ataque a la fe, sino una exploración poética, filosófica y literaria del mito cristiano desde el lado del “perdedor”, como el propio autor sugiere.
El evangelio según Jesucristo es una obra valiente y trágicamente lúcida que interpela al lector desde lo más hondo, cuestionando el sentido del sufrimiento, la libertad humana y el verdadero rostro de lo divino en nuestra civilización.
3. La caverna (2000)
Este libro narra la historia de Cipriano Algor, un viejo alfarero que junto a su hija Marta y su yerno Marcial ha dedicado su vida a un oficio ancestral: la cerámica.
En un mundo donde lo tradicional se extingue ante el avance implacable de la modernidad, los Algor enfrentan una crisis cuando el Centro, como se conoce a una gigantesca entidad que concentra el comercio, la vivienda y el trabajo, deja de comprar sus productos.
Dicha entidad, el Centro, representa una sociedad deshumanizada que consume ilusiones en lugar de realidades, y que dicta qué es útil y qué debe desaparecer.
La novela es una parábola inspirada en el mito platónico de la caverna, donde los seres humanos confunden sombras con verdades.
Saramago muestra cómo, al igual que en el mito, la sociedad contemporánea vive encerrada en simulacros, desconectada de la naturaleza y del contacto humano auténtico.
Aquí, el escritor portugués entrelaza crítica social, profundidad filosófica y ternura familiar, en una narración que alterna lo cotidiano con lo simbólico.
Esta novela, junto a Ensayo sobre la ceguera y Todos los nombres, completa una trilogía sobre el mundo actual, confirmando la lúcida mirada de Saramago sobre el rumbo de la civilización.
4. El hombre duplicado (2002)
Esta es una inquietante parábola sobre la identidad y la individualidad del ser.
La historia parte de un hallazgo perturbador, cuando Tertuliano Máximo Afonso, profesor de historia divorciado y apático, descubre a su doble exacto en una película, lo que desencadena una obsesiva búsqueda que lo enfrenta a preguntas esenciales sobre quién es y qué lo define.
Saramago, fiel a su estilo narrativo peculiar y a su vocación filosófica, conjuga elementos de intriga con tintes de novela policíaca, con una profunda indagación existencial, sin caer en cuestiones morales ni clichés ideológicos, a pesar de su declarado comunismo.
Su prosa conduce al lector a través de una tensión creciente compartida por el protagonista y su réplica, el actor Antonio Claro.
La novela, en línea con obras anteriores como Ensayo sobre la ceguera o Todos los nombres, plantea una visión pesimista y kafkiana de la condición humana, ausente de trascendencia espiritual.
Con inteligencia y originalidad, el Nobel de Literatura transforma un tema literario clásico en un ejercicio filosófico moderno, que sorprende hasta el final y confirma su talento como “moralista imaginativo”, en palabras de uno de los críticos literarios más importantes del siglo XX, Harold Bloom.
Fuente: Excelsior