El ahora candidato del PRI a la gubernatura de Quintana Roo encarnó desde siempre la figura de unidad…
El ahora candidato del PRI a la gubernatura de Quintana Roo, Mauricio Góngora Escalante, encarnó desde siempre la figura de unidad multicitada por los líderes priistas, aunque puesta en duda por acontecimientos ajenos a él.
No vale mucho hacer leña del árbol caído, pero cabe destacar que el ex presidente municipal de Solidaridad no optó para ganar la interna, como otros ex aspirantes, por las descalificaciones, la discordia, la insidia y los “borregazos”. Fue el único –y lo seguirá siendo– capaz de unir a los grupos que promovieron a otros, porque más que nunca ese partido necesita confirmar su fortaleza en un contexto de renuncias, enojos y traiciones.
Esa misma virtud fue reconocida el fin de semana por Manlio Fabio Beltrones, su líder nacional, en el marco del 87 aniversario del partido, cuando aseguró: “Estamos convencidos que han permanecido dentro del PRI los que han querido estar dentro de la competencia y que no descalificando los procesos es como vamos avanzar; estamos seguros que tenemos unidad en Quintana Roo, la unidad que se ha construido con los más leales.
Por su trayectoria, su experiencia de años en el tema financiero y lo que ha sido el esfuerzo realizado en el municipio, puede garantizar que Quintana Roo siga en una ruta de progreso”.
En efecto, además de su evidente carisma, el playense se impuso tanto por su presencia como por su prestigio, obtenido durante los casi tres años de administrar uno de los municipios más prósperos de la república. Tal avance fue ratificado cuando los otros 10 presidentes lo escogieron para representarlos ante instancias federales, como la FENAMM y la CONAMM. Desde entonces ya se adivinaba la jugada en equipo.
Su posición frente a dichos organismos, ante los cual veló por los intereses de todo el estado, le valieron el respeto y reconocimiento de sus colegas, quienes no pertenecen al mismo grupo. Saber coordinar todos los intereses, lidiar con personalidades diferentes y obtener resultados tangibles, fueron las señales más claras no sólo de que podía unir, sino también gobernar más allá de Solidaridad.
En definitiva, su capacidad en terreno, sus logros y su facilidad para articular lo convirtieron en el favorito de una mayoría que se expresaba en todas las plataformas informativas. Y eso, hay que reconocerlo, también lo supo manejar; porque no fueron pocas las ocasiones en que el priista rechazó trabajar motivado sólo por las encuestas o sentirse descarrilado por el fervor de sus seguidores. No perdió el piso, y eso, en circunstancias d presión, le sirvieron de mucho. La paciencia y la prudencia, pues, también le ayudaron.
Góngora tiene al frente la guerra misma. Hay más de dos contrincantes serios, aunque uno apuesta todo: Carlos Joaquín González. El cozumeleño, quien buscó el cobijo de la oposición tras su salida del PRI, aspira a la gubernatura por segunda ocasión consecutiva, aunque esta vez con otras siglas y en no muy buenas condiciones, pues el ex subsecretario federal de Turismo se está quedando sin los colaboradores de siempre y encuentra a un partido -el PAN- prácticamente “en migajas”. Pese a todo, dará pelea.
Por el contrario, el candidato tricolor cuenta con el apoyo de la dirigencia nacional, del gobernador Roberto Borge Angulo, de los 11 presidentes municipales, de todos o casi todos los otrora aspirantes, e incluso de militantes de otros institutos, ya que representa la no división y la no ruptura; es decir, lo que no prevalece en el bloque opositor. Más aún, es lo que desea una sociedad cansada de confrontaciones y “guerra sucia”.
De haber sido otro el “gallo” del partido en el gobierno, estas situaciones no podrían presumirse en un discurso en que abundan los términos “unión”, “experiencia”, “lealtad” y “progreso”. Por eso fue elegido.