¿Qué mujer no ha sentido miedo volviendo a casa por la noche por una calle mal iluminada o ha evitado pasar por un parque vacío? Desarrollar ciudades seguras gana cada vez más peso después de que durante décadas las ciudades fueran diseñadas por y para los hombres.
Las ciudades se construyeron pensando en los hombres debido a la división sociosexual del trabajo, asignándoles a los varones las tareas productivas y a las mujeres las reproductivas.
Como respuesta a esta práctica, surgió el urbanismo feminista, que busca incluir a las mujeres y protegerlas en su día a día.
Pero va más allá de evitar la escasa iluminación, aumentar la vigilancia o mejorar el mantenimiento: busca invertir en estructuras urbanas que sean inclusivas para crear así espacios en los que las personas pasen tiempo generando de esta manera una seguridad pasiva. Cuanta más gente haya en un lugar, más seguro se volverá.
Urbanismo con perspectiva de género
La cuestión es que todo el mundo se sienta cómodo en el espacio urbano, en cualquier lugar y a cualquier hora. Esta aspiración es lo que sociólogos denominan la «democratización del espacio urbano».