Jorge González Durán
El desprestigio de la política
El periodista y escritor argentino Tomás Eloy Martínez (Tucumán, 16 de julio de 1934- Buenos Aires, 31 de enero de 2010), poco antes de fallecer, publicó un diagnóstico sobre la política de su país que bien podría aplicarse al México de nuestros días:
“… El desprestigio de la política y la deformación de su práctica deben mucho al discurso neoliberal que se impuso desde el Consenso de Washington: la noción de que un país, como una empresa, debe ser gestionado con eficiencia. La idea de la política como una rama de la administración prendió fuerte en la cultura de los argentinos. Además de los cantantes, los deportistas y los actores, tienen éxito los candidatos cuya credencial más visible es la conducción de una empresa que dé ganancias. Como si ellas, las empresas, pudieran prosperar sin la infraestructura que les proporciona el Estado. Un país necesita rubros que en una empresa darían pérdidas: salud, educación, seguridad. El bienestar general no se lee como resultado de un balance de ingresos y egresos ni un proyecto de país equivale a un plan de negocios…
“¿Qué se entiende por política? Mis aspiraciones son sin duda ingenuas. Pretendo que la política sea lo que los políticos prometen, la búsqueda de ese futuro mejor que despunta en las luces de sus discursos y no las sombras inmediatas que las sustituyen. Me interesarían las precisiones: nadie ha dicho una palabra sobre cómo es un país que se quiere tener. Argentina tiene una riqueza potencialmente infinita y una imaginación sin límites en la literatura, en las artes, en el pensamiento, en la ciencia; en casi todo, salvo en la política…
“El mejoramiento de la Justicia, la recuperación de recursos estratégicos regalados, un modelo de desarrollo con producción industrial y agraria, la discusión sobre una reforma tributaria que obligue a pagar más a los que más tienen, la protección del medio ambiente, la generación de energías limpias, el apuntalamiento de la educación que antaño fue nuestro orgullo, la asignación de presupuesto para la salud y la investigación, el alineamiento continental cuando el mundo globalizado entra en crisis: ésos son asuntos de la política. Lo son también aquellos que todos los días nos golpean: la pobreza, la corrupción, la inequidad. Y los que se avecinan, como el narcotráfico. La democracia necesita que se la renueve y proteja todos los días”. Los mexicanos podríamos suscribir este diagnóstico.
El mayor peligro para la democracia es el desprestigio de la política.