A pesar de los avances en la promoción de la salud, la cultura masculina de autocuidado sigue siendo limitada. La escena se repite una y otra vez: consultorios llenos de pacientes, pero con escasa presencia masculina hasta que un problema de salud se convierte en algo urgente.
Según Juan Carlos Esparza Osnaya, jefe estatal de la Promoción de la Salud, 8 de cada 10 padecimientos que afectan a los hombres podrían evitarse con diagnósticos oportunos. Sin embargo, la realidad es que la mayoría acuden al médico cuando la enfermedad ya ha avanzado y, en muchos casos, requiere intervenciones complejas o tratamientos permanentes.
“Uno de los propósitos es promover que los hombres sean más responsables en cuanto al empoderamiento del cuidado de su propia salud. Existe una cultura, y es a nivel mundial, en la que los hombres difícilmente se acercan a los servicios de salud de manera temprana”, señaló Esparza Osnaya.
Las razones son variadas, pero se concentran en patrones profundamente arraigados. Muchos hombres se ven a sí mismos como proveedores principales, por lo que priorizan el trabajo sobre su bienestar físico. Las extensas jornadas laborales, sumadas a factores culturales y sociales, fomentan la idea de que “ir al doctor” es algo que sólo debe hacerse cuando el cuerpo ya no aguanta más.
La paradoja, sin embargo, es evidente: prevenir es más sencillo y menos costoso que tratar. Los principales padecimientos que afectan al sector masculino están relacionados con los hábitos de vida: sedentarismo, mala alimentación y la falta de ejercicio. Problemas como la diabetes, hipertensión, obesidad y enfermedades cardiovasculares son altamente prevenibles si se detectan a tiempo.
En este contexto, Esparza Osnaya insistió en la necesidad de sensibilizar a los hombres para que entiendan que no es necesario sentirse mal para acudir al médico. Las revisiones preventivas, explicó, pueden evitar complicaciones graves y mejorar la calidad de vida de forma significativa.
“Tratamos de sensibilizarlos. No tienes que esperar a sentirte mal para ir al médico. Al final de cuentas, el perfil epidemiológico del varón mayor de 20 años refleja enfermedades que pueden prevenirse si se detectan a tiempo”, subrayó.
La imagen del hombre fuerte y resistente, que sólo pisa un consultorio cuando el dolor es insoportable, sigue siendo un desafío en materia de salud pública. Esta idea, transmitida de generación en generación, ha derivado en consecuencias que afectan no sólo al individuo, sino también a sus familias y a la sociedad en general.
A lo largo del año, las autoridades de salud han intensificado esfuerzos con programas específicos para la detección de enfermedades en hombres de entre 20 y 65 años. Aun así, el desafío persiste: romper con esa resistencia silenciosa que limita el autocuidado en el sector masculino.
Detrás de esta falta de prevención, hay más que una simple omisión: se trata de un cambio cultural necesario, un proceso en el que los hombres deben entender que cuidarse no los hace menos fuertes, sino más responsables con su bienestar y el de sus seres queridos.
La lucha contra la indiferencia hacia la salud masculina continúa, mientras las autoridades insisten en que prevenir no sólo salva vidas, también las mejora. Porque, como bien dicen, la salud no espera… y las enfermedades tampoco.
FUENTE: LUCES DEL SIGLO