En la costa yucateca de Sisal, un laboratorio de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha convertido en un puente entre el conocimiento científico y la experiencia de quienes habitan y trabajan en el mar. Allí, pescadores locales se integran a proyectos de acuacultura sostenible, construyendo, junto con especialistas, un modelo colaborativo que respeta al ecosistema y promueve las nuevas formas de producción.
Manuel Valenzuela, académico de la Facultad de Ciencias y encargado del laboratorio, explicó que el espacio no sólo genera conocimiento sobre la zona costera de Yucatán, sino que permite experimentar y promover prácticas sustentables de acuacultura. Su mayor valor radica en abrir las puertas a los pescadores locales.
LEER CONOCE EL PASO A PASO DEL CONTEO DE VOTOS PARA LA ELECCIÓN JUDICIAL DEL 1 DE JUNIO
“La acuacultura tradicional requiere mucha inversión, infraestructura y recursos; aquí nos hemos dado cuenta de que es necesario replantear esa lógica. Por ejemplo, evitar los monocultivos. Hay quienes solo cultivan camarón, pero ya vimos que se puede trabajar con toda la cadena alimentaria”, comentó Valenzuela.
Ubicado dentro del campus de la UNAM en la localidad de Sisal, a escasos metros del mar y separado apenas por una franja de dunas,el laboratorio alberga estanques de diferentes tamaños —que van desde un litro hasta 120— en los que se cultivan camarones mediante la técnica de biofloc.
Este sistema reduce el consumo de agua, elimina la necesidad de químicos y genera microorganismos que sirven de alimento para peces lisa introducidos en el mismo entorno. A ello se suman macroalgas que, al absorber nitrógeno y fósforo, contribuyen al filtrado natural del agua.
“Después de pasar por las algas, el agua queda casi limpia, pero todavía contiene algo de nitrógeno. ¿A quién le interesa ese residuo? A las plantas halófitas, que toleran altas concentraciones de sal. Así se completa el ciclo y el filtro final”, detalló el académico.
Este enfoque permite el desarrollo de tecnologías sustentables que no solo cuidan el medio ambiente, sino que son viables económicamente. Sin embargo, Valenzuela advierte que el impulso a la acuacultura ha decaído.
Hace una década existían 450 granjas en Yucatán; hoy, apenas quedan 30. Él atribuye este declive tanto a la falta de interés institucional como al desinterés de la sociedad, sobre todo porque las autoridades gubernamentales no apuestan por capacitaciones y cuando no se trabaja con sustentabilidad, a las personas les resulta costoso sostener la acuacultura.
“La gente ya comienza a entender que la pesca no es inagotable. Pero no basta con decirles que hagan acuacultura, hay que enseñarles cómo hacerlo sin dañar el entorno ni a los animales”, subrayó.
Con esa misión, el laboratorio permanece abierto todo el año. Los viernes reciben visitas de estudiantes —desde nivel preescolar hasta universitario— y, sobre todo, de pescadores provenientes de municipios como Celestún y Telchac Puerto.
Uno de ellos es José Ricardo Novelo Chac, pescador y defensor del refugio pesquero en Celestún. Para él, visitar el laboratorio ha sido una experiencia enriquecedora.
“Es muy valioso que los científicos nos expliquen su trabajo y que nosotros también podamos aportar desde nuestra práctica. Aprendemos mutuamente”, aseguró. Cada vez que regresa a casa, lo hace con la idea de que en el futuro sembrar en el mar será necesario.
“En este espacio nos dan la parte científica y nosotros tenemos la experiencia en campo. Sé que tenemos muchos años trabajando en la pesca, pero el pescado se nos está acabando, así que quizá la maricultura sea lo que sigue ahorita”, reflexionó.
Desde su experiencia, confirma que los problemas que enfrentan las pesquerías no se reducen a la sobrepesca, sino que incluyen amenazas como el cambio climático. Por eso, concluye, es hora de preparar a las nuevas generaciones para una forma distinta de habitar y cultivar el mar.
“Se trata de la sobrepesca, pero también de las amenazas como el cambio climático. Quizá es momento de ir enseñando a nuestras futuras generaciones lo de sembrar en el mar mediante la acuacultura y la maricultura”, mencionó.
Fuente: Animal Político