- Boda de menores de edad en Oaxaca desata polémica por consumo de alcohol entre niños
- Una boda entre menores en San Juanito Yosocani, Oaxaca, generó polémica al mostrar a niños bebiendo alcohol durante la fiesta, bajo prácticas avaladas por “usos y costumbres”
Una boda entre dos adolescentes y el consumo abierto de alcohol por parte de menores de edad fueron documentados en la comunidad indígena de San Juanito Yosocani, en el municipio de San Lorenzo, en la región de la Costa de Oaxaca. La celebración, realizada bajo los usos y costumbres de la población, ha provocado indignación debido a que ambas prácticas están prohibidas.
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Los protagonistas del enlace son Julio César y Jackeline, menores de edad cuya unión fue acompañada por rituales tradicionales, entre ellos el “baile de la calabaza”, donde se observó a niños y adolescentes bebiendo cerveza, alentados por los adultos presentes.
Contexto: en México, el matrimonio infantil está prohibido por ley desde 2019, cuando se reformó el Artículo 148 del Código Civil Federal para establecer que tanto hombres como mujeres deben haber cumplido 18 años de edad para contraer matrimonio, sin excepción ni posibilidad de dispensa por parte de padres, tutores o jueces. Esta reforma fue acompañada por la armonización de los códigos civiles o familiares de las 32 entidades federativas que eliminaron cualquier autorización para que menores se casaran legalmente.
Además, la Ley General de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes prohíbe toda práctica que vulnere su desarrollo, incluida la unión forzada o anticipada. A nivel internacional, México está obligado por tratados como la Convención sobre los Derechos del Niño y la CEDAW, que rechazan explícitamente el matrimonio infantil.
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Ritual en boda infantil: baile de la calabaza
Durante este ritual, amigos de la pareja bailan y, al finalizar, se les entrega refresco o cerveza como parte del festejo. En las imágenes que se viralizaron este jueves 5 de junio se observa cómo adultos alientan a los menores a ingerir las bebidas, incluso empinándoles las botellas entre risas y aplausos de los asistentes.
En uno de los videos, el animador del evento bromea con el camarógrafo:“Ahí al camarógrafo, fotógrafo, no me vaya a subir al Face eso, que van a decir que le estamos dando alcohol a los pequeños y ellos no saben de eso”.
En México, el consumo de alcohol por parte de menores de edad está expresamente prohibido por la Ley General de Salud y el Código Penal Federal, que sancionan a quien facilite, promueva o tolere esta conducta. En estados como Oaxaca, además, las leyes de protección a la infancia refuerzan esta prohibición, incluso cuando se trate de prácticas culturales o de “usos y costumbres”, al establecer que niñas, niños y adolescentes deben ser protegidos contra cualquier sustancia que ponga en riesgo su salud y desarrollo.
Hasta el momento, ni las autoridades locales o estatal han emitido pronunciamiento sobre el caso.
San Lorenzo es un municipio de alta marginación en Oaxaca. De acuerdo con datos oficiales, ocupa el lugar 166 a nivel nacional en muy alta marginación, y el lugar 71 a nivel estatal en grado alto. Está ubicado en la región de la Costa, dentro del Distrito de Jamiltepec.
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Las cifras del matrimonio infantil en México
A pesar del marco normativo, las uniones tempranas persisten de forma informal, especialmente en comunidades indígenas, rurales o marcadas por la pobreza. Según datos del Censo 2020 del INEGI, más de 200 mil personas menores de 18 años estaban unidas —casadas o en concubinato— y el 84% eran mujeres. Entidades como Guerrero, Chiapas, Oaxaca, Veracruz y Michoacán presentan las mayores tasas.
Estas uniones, muchas veces encubiertas como acuerdos culturales, implican graves riesgos: abandono escolar, embarazos adolescentes de alto riesgo, violencia sexual y económica, y falta total de protección jurídica para las niñas. Organismos como UNICEF, Save the Children y la Conapo advierten que la práctica no ha desaparecido, sino que se ha invisibilizado, escapando del control institucional y persistiendo en contextos de desigualdad estructural.
FUENTE: LA SILLA ROTA