
París, Francia. El emblemático Museo del Louvre fue escenario de un «sorprendente» robo el pasado domingo, cuando un comando de cuatro individuos logró sustraer varias joyas históricas del ala de la corona en tan solo siete minutos. El atraco no solo representa una inmensa pérdida patrimonial, sino que ha puesto al descubierto graves fallas en los sistemas de seguridad del museo más famoso del mundo.
Los delincuentes, disfrazados con chalecos de trabajadores, utilizaron un montacargas desde una zona exterior para acceder al primer piso. Una vez dentro, quebraron vitrinas, usaron herramientas de corte y amenazaron al personal de vigilancia para hacerse con el botín y huir de manera «veloz y bien coordinada». Una cámara exterior resultó clave para seguir parte del trayecto de los implicados.
La directora del Louvre, Laurence des Cars, calificó el incidente como una “herida inmensa” para la institución. Des Cars ya había advertido previamente sobre el deterioro del edificio y las deficiencias en sus sistemas de protección, incluyendo cámaras de vigilancia que eran insuficientes o inexistentes en ciertos sectores.
El éxito del robo, ejecutado en un tiempo récord y con poca resistencia, ha provocado un cuestionamiento profundo sobre la capacidad de los museos de primer nivel para proteger colecciones de valor incalculable.
En respuesta, el gobierno francés y las autoridades de cultura han reconocido las deficiencias señaladas por los empleados. Han abierto una investigación administrativa para determinar responsabilidades, evaluar los daños exactos y ordenar el reforzamiento urgente de las medidas de vigilancia y seguridad.
La galería afectada del Museo del Louvre permanece temporalmente cerrada mientras se refuerza el protocolo interno. El incidente representa un golpe simbólico a la imagen de la institución y un llamado de atención global sobre la necesidad de innovación tecnológica y una revisión profunda de los sistemas de custodia del patrimonio cultural.









