Hubo un tiempo en que los políticos tenían ideales, luchaban por causas sociales y asumían el riesgo de tener una visión del mundo y de la sociedad que defendían con ardor y coraje.
Ahora, lo vemos todos los días en todas partes, la mayoría de los políticos están dedicados a los negocios, a la extorsión, a hacerse ricos, o más ricos, a amasar fortunas a como de lugar.
Hubo un tiempo en México, en que la izquierda era un grupo de pensadores lúcidos y de luchadores visionarios que allanaron el camino de la democracia.
Arnoldo Martínez Verdugo, Valentín Campa, Demetrio Vallejo y Filomeno Mata; Ermilo Abreu Gómez y Juan Duch Collel; por citar algunos nombres, ¿dónde quedaron? En el más atroz de los olvidos.
Ahora vemos a saltimbanquis que sólo se interesan por los cargos, por las canonjías y la parafernalia del poder.
Hubo un tiempo en que la derecha era decente, luchaba por el respeto al voto y por los valores tradicionales de la familia. Ahora sólo están interesados en los negocios con el poder.
Los jóvenes, y es una desgracia por el mal augurio que representa, se interesan por la política porque consideran que es el mejor medio para hacer negocios, para enriquecerse y para tener impunidad.
No siempre fue así. En el Pri muchos tenían convicciones y aunque se formaron en la escuela de la obediencia algunos conservaron el pudor y un cierto compromiso con la sociedad.
Llegó el 2000 y arribó Fox al poder, y ya vimos lo que pasó. La fantochería al sublimada. Fue la llegada del preverbalismo a la política. Y bien que ha sentado escuela esa tendencia de la derecha ultramontana. Con Calderón hubo buena administración, pero también mucha sangre.
Ahora, en estos días grises, de turbiedad insoportable, lo que se alaba en los políticos es su pragmatismo. Su instinto para entender la coyuntura.
Son políticos utilitarios que privilegian los pactos bajo la mesa.
¿Y dónde está el futuro? Es una pena que el futuro, que el nuestro y el de nuestros hijos este en manos de políticos de esta calaña, cuya única emoción es el poder por el poder.
Ojalá que las nuevas generaciones puedan rescatar la dignidad de la política. Pero soy escéptico. Las nuevas generaciones se están formando en este pragmatismo vulgar que repele todo lo que huela a ideas y principios.
El 5 de junio la mayoría de la sociedad votó por la alternancia en varias entidades federativas. Veremos qué pasa.