Cancún es una ciudad de frontera, debe ser entendida así. Todo el estado de Quintana Roo es una zona fronteriza, cultural, política, económica y socialmente.
Con menos de 50 años Cancún es una ciudad poblada originalmente por migrantes, esto es una característica, ya que constantemente llega población, tanto de zonas rurales, particularmente del sur de México; como de grandes urbes, principalmente de la Cd. de México.
Aunque la mayoría es migración nacional también hay abundante población de otros países, lo que genera una sociedad multicultural. Del país destacan por su número los pobladores del sureste, sobretodo del estado de Yucatán, que fueron los primeros en llegar. Del centro de la República arribaron masivamente a partir de la década de los noventa, destacan por la cantidad, los de la capital del país. Esta mezcla heterogénea hace único a Cancún.
Social y económicamente, la hotelería determina a sus pobladores. Desde horarios intensos de trabajo, el impacto de experimentar la abundancia y la pobreza diariamente por parte de los trabajadores, hasta elementos más sofisticados. Por ejemplo la elite económica hotelera no se distingue por sus intereses o inversión en el conocimiento, el arte o la difusión cultural. Tiende a fomentar el cuidado de la apariencia y el materialismo, esto influye en el resto de los habitantes, en las tendencias, gustos, costumbres, practicas inclusive en la inversión educativa, tanto pública como privada.
El aspecto político es más complejo, en esto también la hotelería es determinante dado que no existe vinculación estrecha entre funcionarios y empresarios, porque la mayor parte de tramites, permisos y cobro de impuestos se realiza en los ámbitos federales y estatales. El horario y la actividad laboral hace que el cancunense promedio no se involucre políticamente, tampoco percibe influencia: no importa quien gane una elección, los hoteles siguen ahí. Los empresarios de este ramo dejan hacer a los políticos, no les impacta directamente en su actividad. Es el sector Servicios el que es afectado y es el que si tiene injerencia política.
La identidad es un aspecto fundamental, al ser una urbe de reciente creación no posee pasado, pero tampoco la sociedad ha creado una visión de futuro que sirva como referente, como elemento aglutinador.
La élite política es un grupo humano improvisado, que se ha distinguido por su superficialidad, su falta de responsabilidad, sus altos índices de enriquecimiento ilícito. No existe ningún sector que le pida cuentas con firmeza, sobre todo porque hay escasa relación entre política y economía.
La delincuencia, la criminalidad, la violencia, el suicidio tienen muy altos índices sobre todo en zonas populares, el trabajo gubernamental es mínimo y de mala calidad. Influye mucho la llegada de gente del campo que no se logra adaptar a la ciudad y la ausencia de otro tipo de industria, ya que no hay opciones laborales además de servicios y hotelería.
El crimen organizado ha proliferado en fechas recientes ante el desorden federal, la ausencia de un proyecto estatal y la falta de una sociedad cohesionada. La inseguridad se ha vuelto noticia constante.
Esta ciudad requiere de una élite política nativa que esté consciente de que sus hijos crecerán aquí, de instituciones académicas que estudien los fenómenos locales y planteen soluciones a largo plazo, de una sociedad demandante y participativa.
Cancún fue un sueño de banqueros y políticos de los años setenta, la realidad fue mucho más allá, superando todas sus expectativas. Es todavía una ciudad muy nueva, vital, cosmopolita, con futuro, lo que requiere es otro grupo de soñadores, que tengan una nueva visión. Que visualicen una ciudad del siglo XXI, ecológica, lleno de áreas verdes, arte urbano de primer mundo, espacios deportivos de calidad mundial, para tantos cancunenses destacados. Una urbe pensada para atraer turistas durante décadas, más allá de las bellezas naturales, museos de Ciencias del Mar, de Arte Contemporáneo, de Historia humana y natural. Cuando se planeó la perspectiva era un gran desarrollo turístico, ahora hay que pensar en un lugar para el desarrollo de los humanos que la habitamos. Cuando las sociedades no tienen pasado, poseen la posibilidad de construir su identidad en una visión de un futuro extraordinario.