En 1992 se celebró el foro: La Migración hacia Cancún, conformación de una identidad. Fue una buena iniciativa de la abigada María Cristina Castro Sariñana (qepd). En esa ocasión leí un texto cuya primera parte transcribo:
“Estamos en un espacio donde el espíritu de aventura hizo realidad la utopía de muchas generaciones a los largo de la historia: fundar una ciudad, dominar a la naturaleza para que el hombre asiente su destino, arraigue sus sueños, e influya en el sentido y el rumbo de su porvenir…
“A Cancún llegaron miles de hombres y mujeres empujados por el indomable anhelo del hombre de cambiar para mejorar. Había trabajo bien remunerado. Ni más ni menos. El trabajo que todo lo redime, el trabajo que es motor de la evolución del hombre hacia estadios superiores.
“En las torres de marfil donde todo se pretende panificar no caben los sueños ni las aventuras, ni los desafíos de quienes con las manos vacías son capaces de decir: aquí me quedo. Y aquí llegaron miles de hombres y mujeres para quedarse, trastocando los planes tan pacientemente elaborados por los que diseñaron una ciudad en cuyo esquema no figuraban los migrantes.
“Los hombres y mujeres que llegaron para trabajar en la apertura de calles, en el levantamiento de la infraestructura y en la construcción de las instalaciones hoteleras –expertos y aprendices de varados oficios, así como algunos maestros en el oficio de la sobrevivencia en condiciones extremas- clavaron su señal en la tierra que entonces era de nadie y, por tanto, era de todos.
“Al principio fueron una masa sin nombre, sin rostro y sin destino. Pero de pronto esa masa anónima adquirió presencia, de pronto tuvo voz y empezó a fundar –abriendo brechas y levantando viviendas de bajareque y láminas de cartón- inéditas formas de enfrentar el reto de vivir en una ciudad con pretensiones cosmopolitas, un centro vacacional creado con el talento de visionarios mexicanos para insertarse y competr en el mercado turístico del Caribe.
“Hablo de quienes viven en las colonias populares de Cancún, de quienes enfrentando dificultades e incomprensiones, de quienes venciendo burocratismos, han conquistado su derecho a la tierra urbana para edificar su modesta vivienda. Estamos ya en la Región 103 y emergen –inducidos o espontáneos- nuevos asentamientos, provocando temor en algunos egoístas, preocupación legítima en algunos políticos e inquietud en algunas buenas conciencias que no ven cómo puede frenarse una migración así de anárquica”. PD: continúa la próxima semana. (FIN DE TEXTO)