CORRE LA VOZ
Por: Jorge Castro Noriega
DE CASTA LE VIENE AL VOTO
• Enarbola Carlos Joaquín la historia para apuntalar su triunfo
• De la Guerra de Castas de 1847, a la Guerra de Votos de 2016
• Aunque la primera, la terminaron las traiciones y las intrigas
• Mucho cuidado deberá tener el gobernador electo con su gabinete
• La gran estatura política demostrada por tres nuevos presidentes “opositores”
APELANDO A LA historia y advirtiendo que quienes la desconocen o la ignoran terminan cometiendo los mismos errores, Carlos Joaquín recordó ayer en Chetumal, en su primer mensaje de agradecimiento a los quintanarroenses ya como gobernador electo y con su constancia de mayoría en la mano, el legendario movimiento social indígena que los nativos mayas del sur y oriente de Yucatán emprendieron de 1847 a 1901 contra la población “blanca” –compuesta más que nada por criollos y mestizos–, que denominado como la Guerra de Castas y con más de 250 mil vidas sacrificadas tuvo por objetivo liberarse del sometimiento físico, religioso y cultural que les impusieron por más de 300 años posteriores a la Conquista.
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RECORDANDO A LOS caudillos mayas de aquel conflicto bélico, Jacinto Pat y Cecilio Chí, el electo gobernante encabezó frente a la sede del Poder Ejecutivo, el Palacio de Gobierno que habrá de entregarle Roberto Borge el 25 de septiembre próximo, un mitin ante miles de simpatizantes oriundos de esta zona del estado a los que dedicó su triunfo en las elecciones pues como en la Guerra de Castas, dijo, “los chetumaleños decidieron sacudirse el yugo de sus malos gobernantes y acabar, con el mismo coraje y determinación, con 12 años de impunidad y corrupción”. Pasaron de la Guerra de Castas a la Guerra de Votos, manifestó Carlos Joaquín, para mandar el mensaje de que era la hora del cambio, de cerrar el paso a los opresores y echarlos del gobierno.
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CONTRARIO A LO que suponen las críticas que ha recibido por haber sostenido un primer acercamiento con quien intentara a toda costa impedirle ser su sucesor: el aún mandatario Roberto Borge, Carlos Joaquín volvió a poner el dedo en el renglón en la revisión de cuentas que habrá de hacer cuando asuma el mando y prometió ser un gobernador con vocación, decencia y honestidad, que cuidará el dinero de los quintanarroenses para aplicarlo con legalidad y eficiencia. Y poniendo de testigo a lo más querido que tiene –que también sufrió los embates por frenar su arribo al poder–: su familia, empeñó su palabra: “Seré un gobernador que respete a sus gobernados y tenga una conducta honorable y tolerante. Que actúe con justicia y con firmeza; que trabaje intensamente en devolver la paz y la armonía”.
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DE LA HISTÓRICA Guerra de Castas referida como ejemplo de rebelión al avasallamiento de los “blancos” poderosos, a la Guerra de Votos en la que sustenta su triunfo en la gubernatura, queremos suponer que Carlos Joaquín conoce también el desenlace del conflicto étnico-racial del siglo XIX en la Península de Yucatán. Porque los libros señalan que Jacinto Pat y Cecilio Chí cayeron al final víctimas de traiciones, rencillas e intrigas internas en el movimiento de emancipación maya, que luego de tantos años de lucha y dolor los indígenas lo perdieron. Es cosa nada más que el electo gobernador escoja bien a quienes lo van a acompañar a cumplir su mandato y los compromisos de esperanza y de justicia por los que casi 230 mil quintanarroenses votaron. Deben ser los mejores, de probadísima capacidad, pero sobre todo lealtad, a escoger entre tantas “tribus” que ya se están frotando las manos por su pedazo de pastel.
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DEL ENCUENTRO ENTRE los dos gobernadores que por los próximos tres meses tendrá Quintana Roo: el electo y el que está aún en funciones, para ponerse de acuerdo sobre los términos de la entrega-recepción, los malosos de mentes maquiavélicas y bocas flojas soltaron la especie de que Joaquín habría pactado con Borge un contrato de impunidad, porque a final de cuentas –especularon– ambos son de ideología priista y entre ellos se entenderían. Nosotros no le apostaríamos muchos a esa quiniela, pues si bien del equipo de Borge informaron que la reunión había sido cordial y respetuosa, en los dos discursos de ayer de agradecimiento en Chetumal y Cancún, el electo Carlos Joaquín no levantó un milímetro el dedo del renglón en cuanto a su promesa de investigar las cuentas de la administración saliente y aplicar la Ley “caiga quien caiga”. Y no lo dijo en secreto, sino ante miles de sus seguidores.
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NO SE CONOCE a la fecha –o no recordamos de menos– un caso de un gobernador entrante que haya enviado a la cárcel a su antecesor, ni siquiera siendo de bandos opuestos y confrontados. Pero sí conocemos, por decenas, los casos de altos funcionarios y cercanos colaboradores a los mandatarios salientes que han parado en “chirona” al habérseles descubierto irregularidades en el manejo de los recursos financieros del Estado, lo cual, hay que decirlo, suele apaciguar un poco los ánimos populares revanchistas y reviste de credibilidad y confianza a las nuevas administraciones en lo que llegan al fondo del estanque. En Quintana Roo, se comenta, hay dos o tres de esos llamados “peces gordos” sobre quienes ya corren las apuestas de que podrían ser los primeros en recibir el tan anunciado “guadañazo” de Carlos Joaquín. Y éstos, se rumora también, están trabajando horas extras para cuadrar bien las cuentas y no dejar pendientes comprometedores.
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LUEGO DE RECIBIR del Ieqroo la constancia de mayoría, el gobernador electo informó en conferencia de prensa que en los próximos días estaría presentando a su equipo de transición, que será el encargado de la entrega-recepción de todo el aparato gubernamental. Según dijo, este equipo, que quema las habas de la incertidumbre y la curiosidad tanto fuera como dentro del búnker joaquinista, todavía está en conformación pero confía, dijo, en que antes de que finalice la semana podría estarlo presentando de manera formal. Llamó la atención que, ya no digamos por protocolo, sino de menos para cubrir las apariencias de que ya habían digerido la derrota, los representantes del PRI, PVEM y Nueva Alianza desairaron con su ausencia en el Ieqroo la validez oficial del ex candidato del PAN-PRD como ganador de las elecciones del 5 de junio. Aunque hay que reconocer que con tremenda fiesta que había, nadie los echó de menos tampoco.
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CON UN GRAN gesto de civilidad política, Remberto Estrada, Laura Fernández y Juan Carrillo, de la alianza PRI-PVEM-Panal, coincidieron ayer al recibir sus constancias de mayoría como presidentes municipales electos de Benito Juárez, Puerto Morelos e Isla Mujeres, que la elección ya terminó, que están listos para trabajar y sumar sus esfuerzos por el bien de Quintana Roo y de su gente. Plausible la actitud de los tres, que no la han tenido muy fácil que digamos, pues mientras a Remberto y a Juan los terribles hermanitos Ricalde Magaña los amagan con impugnarles la elección, a Laura todavía ayer el rencoroso “Manolo” García le echó a andar una mal montada manifestación de “rechazo” a su triunfo, donde se dice que pagó entre 500 y 1000 pesos por cada persona que fuera a marchar y dar de gritos frente al Consejo Distrital. Por suerte, la autoridad electoral ya distingue bien a las lacras de la política.





















