COLUMNA «REAL POLITIK» POR SAMUEL CERVERA
El pasado debate presidencial muestra una clara victoria y una evidente derrota, quién resulta vencido es la propuesta de gobierno neoliberal y esa es una muy buena noticia para todos los mexicanos. Por supuesto, quien resulta vencedor es el modelo de economía mixta, denominado por los estadounidenses Estado de Bienestar, que no es un modelo postcapitalista es un capitalismo moderado, precisamente el que impulsa el obradorismo.
Lo anterior resulta claro al escuchar a los candidatos de oposición: Xochitl indignada por la falta de abasto de medicinas, en el modelo neoliberal el Estado no debe cumplir esta función, lo debe realizar el mercado; o proponiendo beca universal para estudiantes e internet gratuito en todo el país. En este rubro también propuso regresar a las Escuelas de Tiempo Completo y a las estancias infantiles, ambos sistemas pertenecen al Estado de Bienestar, el actual gobierno disminuyó su función por la intensa corrupción que había. Precisamente para atacar la corrupción señaló la necesidad de tener funcionarios capacitados en ética, contrario a la gobernanza de los antiguos tecnócratas, esta es la propuesta implícita del “humanismo mexicano” planteada por el Presidente AMLO. Es revelador del cambio de perspectiva la propuesta para fortalecer la seguridad: poner fin a la violencia apostando por la educación y la salud, frase más cercana a los abrazos de este gobierno que a la guerra calderonista. Una tarjeta mexicana con cinco mil pesos del erario público para apoyar a las mujeres en situaciones de violencia, pensión universal para los adultos mayores a partir de los 60 años. Ni la socialdemocracia europea se atrevió a tanto, Francia ha tenido meses de manifestaciones por la intención de aumentar la edad de los pensionados de 62 a 64 años.
Las propuestas neoliberales de la candidata opositora fueron pocas y tímidas: una tarjeta de salud para usarse tanto en farmacias públicas como privadas, enseñar computación, inglés y robótica. Estas últimas son remanentes de la época dorada del TLC firmado por Salinas e impulsado por Zedillo.
El tono de reclamo de Xochitl contra la candidata de MORENA es interesante, su afirmación de acusar reiteradamente a Claudia de ser “fría y sin corazón” como características negativas, parecieran más señalamientos de izquierda, que de que alguien postulada por los partidos políticos que impusieron en nuestro país la ideología neoliberal en su versión norteamericana, que estimulaba gobernar racionalmente, precisamente sin usar el corazón, como sinónimo de sensibilidad por los sectores populares.
El candidato Maynez de Movimiento Ciudadano fue todavía más radical, si sus propuestas las hubiera hecho hace cinco años, la derecha mexicana lo hubiera acusado de comunista y de querer llevarnos a Venezuela. Propuso un sistema de salud radicalmente universal que le de medicinas a cada niño y niña desde el nacimiento, puso como ejemplo a Monterrey y Jalisco, no por su sector empresarial o sus universidades privadas, sino por ser los únicos estados con cobertura universal contra el cáncer infantil, una política pública perteneciente completamente al Estado benefactor. En el tema de corrupción señalo la necesidad de que haya autonomía entre la autoridad y los poderes fácticos, justamente la lucha que ha mantenido López Obrador en todo su sexenio, dado que el neoliberalismo impulso la dependencia del Estado a dichos poderes. Un sistema nacional de cuidados con perspectiva de género para proteger a los más vulnerables en materia de seguridad. Hasta señalo que el feminismo es uno de los movimientos más importantes de nuestro tiempo, lo dice un candidato flanqueado por dos mujeres de las que seguramente una de ellas será la primera presidenta de México, logro del obradorismo.
Dos frases expresadas por la candidata del PRI, PAN PRD muestran claramente esta derrota ideológica: “en 2018 millones de mexicanos votaron por un cambio por la esperanza, pero no sucedió”. Reconociendo claramente que la esperanza estaba en otra forma de gobierno, en el regreso al Estado de Bienestar. Pero esto va más allá: “MORENA se va, los programas sociales se quedan”.
No es de extrañar que AMLO al día siguiente estuviera tan satisfecho.