¡El neoliberalismo mata! ¡Ustedes son la crisis! ¡Pobres por su culpa! Son las consignas en lonas y pancartas sostenidas por jóvenes en Lima, la capital de Perú en 2014, por estudiantes alemanes en 2009, por militantes ucranianas semidesnudas en 2012, en Davos, Suiza durante las reuniones del Foro Económico Mundial. Todas estas protestas han sido en contra de la intensa desigualdad económica que existe en diversas partes del mundo. Estos son ejemplos, han existido este tipo de protestas desde hace 20 años en prácticamente todos los países del hemisferio occidental, miles de personas han levantado la voz contra esa figura abstracta que es el neoliberalismo y su acompañante, la globalización. Son acusados de empobrecer a buena parte de los habitantes del planeta para favorecer a los multimillonarios dueños de las grandes corporaciones o a los financieros más destacados. Hasta en Estados Unidos, de donde proviene el principal impulso a esta corriente, existe un marcado rechazo en su contra, sobre todo a partir de la crisis de 2007.
En nuestro país, militantes y líderes de todos los partidos de izquierda culpan a esta corriente teórica de todos los males acontecidos desde hace más de 30 años, cuando el poderoso Estado Mexicano, dio un giro de timón y cambio décadas de políticas sociales y control gubernamental de la economía, por un acelerado adelgazamiento burocrático y la apertura a los mercados internacionales de acuerdo a la tendencia promovida desde Estados Unidos en la década de los ochenta del siglo XX. El estancamiento, la marcada brecha entre ricos y pobres, el desastre educativo, la desaparición de la agroindustria, el retraso tecnológico, la inflación y las devaluaciones, son vistas por los partidos opositores a los gobiernos priistas y panistas, como resultado de las practicas neoliberales. En contraparte muchos grupos al interior del PRI así como la izquierda nacional en general, tienen una profunda añoranza por el Estado benefactor previo a esta corriente. Regresar a la dirección del gobierno sobre las fuerzas económicas y al amplio gasto público en múltiples programas sociales, es su propuesta política permanente.
El neoliberalismo un término muy divulgado, pocas personas conocen sus características y menos saben a qué respondió su difusión por el mundo, fue una respuesta a las agudas crisis generadas por el denominado Estado benefactor. Este concepto se refiere a una forma de gobernar que predomino en más de la mitad del siglo veinte, en casi todos los países del globo aunque con muchas variantes. Tanto regímenes totalitarios como democráticos apoyaron la participación y dirección de la economía por parte de sus respectivos gobiernos.
El llamado socialismo real, la socialdemocracia, el keynesianismo, inclusive el fascismo y el nacismo estuvieron a favor de un gobierno grande, fuerte, que encabezara las fuerzas del mercado y a la vez respondiera a las demandas de los trabajadores y las clases populares. A partir de los años setenta del siglo pasado, y con más intensidad en la siguiente década, profundas crisis afectaron diversas partes del planeta. La implosión del bloque comunista confirmó que el Estado benefactor no era viable, por lo que el neoliberalismo surgió como su alternativa. Actualmente tampoco parece ser la solución.
¿Cuál es entonces el mejor sistema para hacer crecer la economía y al mismo tiempo llevar desarrollo social al mayor número de personas? Probablemente la solución a esa pregunta este en algún punto intermedio entre los dos extremos: entre el neoliberalismo y el Estado benefactor.